Valerie vio a Marissa estrechar la mano al oficial. Luego le dijo algo al abogado. Para Valerie, todo era parte de un sueño.
No podía escuchar nada.
Esto era un milagro.
Menos esperaba ver a Marissa aquí.
—¿Q-qué haces aquí? —preguntó a Marissa una vez que salieron. Un Porsche gris se acercó hacia ellas lentamente y el conductor salió para abrir la puerta trasera.
—¡Pues! ¡Aparentemente! Estaba aquí para sacarte bajo fianza. Si no te gusta, puedo pedirles que te lleven de vuelta —hizo un pequeño gesto con la cabeza hacia la puerta de salida de la estación de policía.
Como en los viejos tiempos, Valerie quería contestarle de mal modo.
Pero ahora las circunstancias ya no estaban a su favor.
—Gr-gracias... —murmuró.
Con una pequeña sonrisa, Marissa se puso sus gafas oscuras y finalmente miró a su hermana mayor.
—Tómatelo como un favor y mantente alejada de mi familia.
—¿P-pero cómo sabes... que soy inocente? —Marissa negó con la cabeza y una sonrisa burlona.