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66.66% BORUTO & NARUTO: Lo Que Algún Día Seremos / Chapter 36: Parte Segunda, Capítulo Decimotercero:

章節 36: Parte Segunda, Capítulo Decimotercero:

La oscuridad abrazaba la estancia subterránea. El ambiente era claustrofóbico, el aire espeso y enrarecido, aunque aún respirable. Todos estaban amontonados en el reducido espacio, apenas suficiente para albergarlos a todos.
Sarada, con el ceño fruncido por la preocupación, se agachó en una esquina, comprobando la condición de Boruto. Wasabi, la compañera felina, la ayudaba, iluminando con sus pequeños ojos reflectantes la penumbra que los rodeaba. El olor a tierra impregnaba el ambiente, una mezcla densa de humedad y polvo que se pegaba a sus ropas y se colaba en sus fosas nasales, pero a pesar de la falta de ventilación, aún contaban con oxígeno suficiente para respirar.
Los murmullos ansiosos inundaban el pequeño espacio. Mitsuki intentaba sonsacar información con Hoki, el niño Anbu, quien parecía igualmente confundido por la situación. Tsubaki, la niña samurái con su dialecto formal característico, rompió el murmullo con un tono autoritario pero sereno.
— ¡Shh! — Su llamado resonó en la estrecha habitación. — Debemos guardar silencio, por favor. No podemos derrochar oxígeno con nuestras preocupaciones y preguntas. La abuela regresará pronto y tendremos respuestas, no dudo de eso.
Su voz resonaba con una calma que contradecía la tensión palpable.
— Esta situación no tiene por qué ser obra del enemigo. — Continuó, tratando de infundir serenidad entre sus compañeros. — Debemos tener confianza en la sabiduría de la Gran Abuela. Ella sabe lo que hace y nos protegerá.
La advertencia de Tsubaki era una llamada a la prudencia y la paciencia. Sus palabras, llenas de un tono sereno pero firme, resonaban en el recinto, desafiando el caos creciente que comenzaba a gestarse entre ellos.
Un gemido ansioso se deslizó entre ellos, resonando en el espacio reducido como un eco incómodo. Namida, con su voz temblorosa pero llena de determinación, rompió el silencio agobiante.
— ¿Alguien sabe qué fue eso en el cielo? — Su pregunta se aferró al aire, evidenciando su lucha interna entre el miedo y el deseo de calma. El sonido de su respiración, entrecortada y desigual, se mezclaba con los susurros preocupados que inundaban el espacio. —
Metal Lee, en un intento por disipar la tensión, rió nerviosamente y respondió con voz forzada:
— Seguro que... es algo normal del pasado, ¿no? Quiero decir, quizás es... algún tipo de fenómeno que ya ha ocurrido.
El tono de Metal Lee, impregnado de incertidumbre, no logró aliviar la preocupación general. Sin embargo, Namida asintió levemente, tratando de convencerse a sí misma. Apretó los puños con fuerza, como si contuviera el miedo que amenazaba con desbordarse.
Renga, entre los más altos del grupo y con una seriedad inquebrantable en su expresión, se pronunció con firmeza desde el fondo.
— No podemos hacernos ilusiones. Eso que vimos definitivamente tiene relación con nosotros. Debemos recordar todo lo que nos ha enseñado la Gran Abuela.
El temor volvió a invadir el pequeño refugio. Namida y Metal Lee dejaron caer los hombros simultáneamente, un gesto compartido de desesperación contenida. Ambos coincidieron en sus temores, deslizando un susurro de miedo en el aire enrarecido que los rodeaba.
Se Podía escuchar hasta el rincón del reducido espacio empedrado, el castañeo de los dientes de las dos gelatinas Humanas del Escuadrón de Niños. Metal Lee y Namida habían decidido no ser una carga para sus compañeros, y no repetir su actuar en el desierto cuando fueron emboscados. Pero sus cabezas no dejaban de fabricar escenario en donde les tocase jugarse la vida, o en el peor de los casos, perder en ellas.
— ¡Boruto!
El llamado de Sarada pudo distraerlos de sus miedos por unos momentos. De cuentas, el espacio era pequeño, lo suficiente para que todos estuvieran apretados y muriesen asfixiados. Sin embargo, por alguna razón desconocida, podía sentirse el aire filtrándose por orificios minúsculos en la piedra que los rodeaba. Podría tratarse de otra obra de la Gran Abuela, pero aquello no era cosa de mayor importancia ahora.
Después de todo, incluso si Sarada hubiese susurrado el nombre de su amigo de la Infancia como un llamado personal, igual hubiera sido escuchada por sus demás compañeros. Absolutamente todos voltearon en dirección a la voz, aunque casi nadie podía verse entre sí, siquiera sus propias manos entre la oscuridad fúnebre.
Es como un Ataúd disfrazado de Bunker.
Otros Niños se unieron a Sarada, teniendo cuidado en no apachurrarse más de lo que estaban. El Único Uzumaki gemía con la cabeza en el regazo de Sarada, y no parecía estar del todo consciente ahora mismo.
— ¿Por qué se habrá desmayado Boruto? — Por esta vez, Fue Wasabi quién dejó a plena vista la inconclusión. Por como se le escuchaba en la Oscuridad, había entrado en su Papel de Chunin y taladraba prudencia con sus palabras. — Esas cosas que nos aparecieron en la frente... Esa luna. Boruto parece haber sido afectado por eso.
— No puede ser... De haber sido cierto, ¿Nosotros también...? — Intentó Teorizar Tsuru, una de las Niñas del equipo Ibiki. —
No obstante, Todos los que estaban dispuestos a proseguir, se vieron silenciados por el sonido en negación de la Uchiha.
Mientras Boruto parecía recuperar la Consciencia, Sarada yacía en silencio en su asiento en el suelo. Su tono de voz era reducido, pero era lo suficientemente adecuado como para alertar a Wasabi. Sin siquiera pedirlo, otros como Denki y Hoki, se habían acercado desde dónde se escuchaba Sarada.
No importaba si la mayoría eran Genin, y si esto era un tema solo para Chunin. Todos eran víctimas, y no podían ocultarse las cosas entre sí.
— Boruto... Tiene algo... — Intentó decir Sarada, susurrante. —
Denki, que se había agachado a su lado, parpadeó. Era como si intentase acostumbrarse a la Oscuridad para poder visualizar a su compañera Chunin.
— ¿Algo? — Preguntó Él. —
Sarada afirmó con un sonido.
El Bunker estaba en un silencio sepulcral, y Sarada no vio otra oportunidad mejor para tocar el tema tabú, que hasta ella temía dialogarlo, incluso con su propio padre, otra de las mentes que conocían a profundidad el tema a tocar.
— Boruto-kun tiene algo... — Repitió Denki. Se le escuchaba preocupado. —
— Sí. — Volvió a asentir Sarada. En la oscuridad, ella alzó la vista con mesura. — ¿Recuerdan perfectamente nuestro primer examen Chunin? ¿Verdad?
Al tiempo en que todos tuvieron reacciones diferentes, bufaban o murmuraban sus respuestas, ChouChou fue la que levantó más la voz. El temblor acobardado era señal de que intentaba mantener la compostura.
— Pues claro. Es el único en el que fuimos atacados por seres del espacio. — Dice ella. — Y... ¿No es obvio?, Le es fiel a la maldición de la que se habla...
Sarada se quedó en silencio por unos segundos. Nunca había escuchado algo similar.
— ¿Maldición? — Pregunta ella, pero es Wasabi quién le responde. —
— Es verdad... Tú siempre estás con Boruto, ¿No es así?, es normal que desaparezcas de los otros círculos si te la pasas con él. — Le dijo la Niña Gata, un poco avergonzada de referirse específicamente a Sarada como alguien Incompetente para la vida Social. — Verás, hace mucho tiempo también Konoha fue atacada, y sucedió en el mismo día de las pruebas del Examen Chunin.
¿Solo eso?, Sarada se esperaba algo más cuando se hizo mención de una "Maldición", pero supo que, si de verdad había escuchado algo como eso, entonces no sería sorpresa que ella también lo olvidara.
Sabía de ese ataque, pues el causante era Orochimaru, el Asesino del tercer Hokage-sama. Pero Sarada tenía sus propias circunstancias para no hablar de eso. Mitsuki era un Amigo irremplazable. Así que se prometió no tocar ese tema cuando él se encontrase cerca, por más que los actos de Orochimaru no tuvieran nada que ver con él, y el mismo Mitsuki lo aceptaba, a Sarada le sentaba mal hablar de esa forma del padre de su compañero.
Como Chunin de su equipo, no debía de haber diferencias.
— A todo esto. — Habló Enko desde detrás de Tsuru. — ¿Qué tiene que ver el Examen con Boruto-kun?
— ...
La Uchiha guardó unos instantes para pensar bien en las palabras que utilizaría.
— No le digan a nadie más sobre esto. Tiene que mantenerse en alto secreto. — Recordó. Shikamaru les había ordenado total discreción, justo después que Sarada fuera testigo del poder del Ōtsutsuki dentro de Boruto. —
Ella tomó aire, y por debajo de sus anteojos casi quebrados, observaba la figura de su amigo en su regazo. Esperaba que no estuviera tomando una mala decisión al decirle a los demás.
Si todos peligraban por enemigos externos, todos también debían de saber la verdad. Mentirles no era una opción, empeoraría las cosas si se enteraban en otras circunstancias. Aun así, si se viera el caso de ser abandonado por los demás, Sarada no lo haría. Seguiría a Boruto hasta el final, sin dejar de lado a sus demás compañeros.
Tenía que ser bastante cauta.
— ¿Un Ōtsutsuki...?
— ¿Kawaki-Kun... Y Boruto-kun?
— El séptimo sabía todo esto. Por eso nos pidió que seamos amigables con Kawaki... ya veo.
— Entonces... Boruto tiene...
— Así es. — Sarada afirmó entre el tumulto de voces que murmuraban. — Boruto... no es muy parecido a nosotros. Tiene a un Ōtsutsuki en su interior.
— ¡Eso es Imposible! ¡No puede ser verdad!
Muchos de sus amigos, opinaron al mismo tiempo. Sarada les había contado todo, omitiendo solamente algunas cosas que pensaba personalmente. Pero no más allá, les describió todo, a todos; Sin excepciones.
Les contó como Boruto se había enfrentado a un Ōtsutsuki junto con el séptimo y Sasuke, pero que el detalle del Ōtsutsuki en su interior no había sido descubierto, hasta mucho tiempo después, y había sido oculto al público para proteger a Boruto. Shikadai fue el único, además de Sarada, que confirmó eso, pues él había estado presente cuando Boruto partió en compañía de los Kage. Les narró como después de esa batalla, Boruto regresó a casa con una marca extraña en la palma de su mano. Parecida a la que tenía la madre de Sarada en su frente, y aunque la oscuridad no permitía enseñárselas como tal, les dijo como solía manifestarse el dios Ōtsutsuki, y lo peligroso que era permitirlo.
Boruto tenía voluntad para mantenerlo a raya, pero no podía hacer nada una vez su Chakra sea gastado al cien. Les dijo la manera de hacerlo volver, que era dándole más Chakra para que Boruto despertara, y les dijo también, con algo de duda si decirles o no, como Boruto estaba bajo amenaza de sumo control.
O Al menos, eso era lo que Sarada sospechaba. No dudó en explicarles como su Padre, el Maestro de Boruto, solía dejar de lado los detalles de la situación de Boruto.
Por último, pero no menos Importante, les explicó la misión en la que conocieron a Kawaki.
Temía ver como se lo tomaban los demás. Pero dado al silencio que hubo perpetuamente en el lugar, no sabía decir si estaban estupefactos o centrados en sus palabras. Sarada intentó dejar bien parado a Kawaki, y darle una explicación a su comportamiento. Como lo trataba Kara, la importancia de él para la organización. Incluso les explicó como Shikamaru se había hecho con un aliado proveniente de la Organización, y que, gracias a él, se hizo también de otra aliada fabricada por él.
Nuevamente, Shikadai confirmó esto. Siempre que Sarada decía algo, esperaban que lo hiciera. Y No era porque desconfiaban de ella, sino porque Shikadai era el único Hijo de Shikamaru. Por lo tanto, tenía que saber al menos algún detalle más que a ellos se les escapaba como Genin corrientes.
Wasabi era la más cercana a Sarada, ya que estaba ayudándola con Boruto. Pero incluso ella se quedó congelada. En su lugar, Hoki pareció el único con cabeza fría, que añadió su opinión sin difamaciones.
— Sarada, si no me equivoco, ¿Estás intentando decirnos... que A Boruto le pudo haber afectado de manera distinta la Invocación? — Preguntó. — ¿Gracias al "Karma"?
La Uchiha hizo un sonido afirmativo.
— ¿En qué te basas? — Cuestiona Denki. —
Sarada guardó silencio por unos segundos, ordenando las situaciones resaltantes en su cabeza.
— Cuando todos fuimos Invocados... no pudimos movernos por un tiempo. En mi caso, mi cuerpo se sentía rígido... era doloroso, pero era más desesperante el no poder moverme.
— ¡Yo también! — Mencionó Hako, la compañera femenina de Hoki. — Era más que cansancio, era como si hubiera pegamento en nuestros músculos.
— Es verdad...
— Yo también lo sentí así...
Los demás opinaban a favor de Hako.
— ¿Recuerdan también lo que Boruto Dijo en ese momento, Chicos? — Sarada dejó la duda en el aire, a la espera de alguna respuesta a su favor. Todos habían silenciado, cuando al mismo tiempo, solo los que se encontraban cerca de Boruto en ese momento, lo recordaron. —"No. Yo no siento nada.". — Citó Sarada las palabras de Boruto. — En ese momento, estaba tan desorientada que no me había dado cuenta. Pero, Boruto fue de los primeros en estar más aquí que allá, como si a todos nos pegase una luz flasheante en la cara; A Todos, menos a él.
Sus amigos tenían la boca cerrada, como si Sarada hubiese soltado el peor de los secretos. Había hablado de más, pero incluso con todo ese lago de Información clasificada, parecían estar más atentos al Boruto de ahora, manteniendo firme una única pregunta.
¿En qué le Afecta A Boruto La Invocación Al Pasado?
¿Tiene Algo qué ver el Dios Ōtsutsuki que tiene en su interior?
A todo esto, fue el compañero de Tsuru y Enko quién decidió sumarse a las incógnitas serenas, aquellas sin ningún perjuicio por el medio. Aunque era casi invisible por la falta de iluminación, su gorra había sido renovada, descociendo el metal de Konoha cocido en ella, y reemplazándolo por un parche viejo.
— Aunque nos digas todo esto, ¿No es Boruto del mismo futuro que nosotros?, ¿Qué tiene él de diferente? — Sarada se queda pensando en ello. Tenía que tener una mala Imagen en la cabeza del niño castaño, porque Inmediatamente este se erizó por el crudo silencio. — ¡Digo...!, Estamos entrenando exactamente para estar igualados, ¿No?, es por eso que Iwabee suele ser el primero, y por orden de edad tenemos que seguirlo... Si Boruto, de alguna manera, fuese distinto a nosotros por ese Ōtsutsuki... ¿No alteraría nuestro Grupo?
Doushu se había ganado la atención de Sarada.
Él, que en el pasado era uno de los tantos estudiantes que hablaban a espaldas de Boruto sobre la "Facilidad" que tenía este para lograr las cosas gracias a ser el primogénito del Hokage, tenía por encima de su cabeza, un pequeño reconocimiento de la Uchiha. Pues, ella podía entender si alguien le temiese a Boruto ahora, pero no perdonaría no ser escuchada atentamente, y en cambio, Doushu no parecía siquiera asustado.
¿Creerá la Historia?, Quizás esté subestimando el poder de ese Dios... La misma Sarada lo había visto. Con sus propios ojos, vio como Boruto casi fue asesinado por un Integrante de Kara, y la consciencia De Momoshiki se hizo con el cuerpo de su amigo de la Infancia.
Acabó con un enemigo que a Sarada le costó debilitar, en un pestañeo.
Estando en el cuerpo de un Genin de doce años.
Su poder no debía de ser subestimado. Sarada había escuchado de su padre lo repelentes y prepotentes que eran esos seres, y que no les temblaba el pulso cuando se trataba de asesinar. De alguna forma, ella tenía que advertir a sus compañeros de esto, pero sin afectar el cómo ven a Boruto.
Tiene que haber una forma...
— ¿Esa será la razón... por la que Boruto se haya desmayado? — Inesperadamente, Namida había sacado a relucir su propia teoría. Debió de haberse sentido ahogada por el silencio, así que titubeó en sus palabras. — Si Renga-kun tiene razón, y eso del cielo tiene qué ver con nosotros... ¿Por qué solo Boruto se desmayó?, ¿Por qué la Gran Abuela se apresuró y nos escondió aquí?
La atmósfera se tornó tensa en el rincón desde donde se encontraba Namida. La única Suzumeno estaba al lado de Metal, igual de apachurrada, pero más cercana a la escotilla de piedra que se alzaba sobre su cabeza. Su tierna y diminuta voz tomaba un tono taciturno, y Sarada podía describir su sentir como ser abrazada por una brisa que presagiaba una llovizna.
— ¿Por qué...? — Continuaba Namida. — ¿Nos aparecieron esas cosas en nuestras frentes? — Reviviendo el recuerdo de primera mano, se llevó una mano a la frente. Muchos de sus compañeros habían hecho lo mismo. — Medias Lunas... y ese brillo cegador de la luna de verdad, esa explosión proveniente del cielo... ¡Y Boruto...!
— Sobre eso, hay otra cosa más. — La voz Firme de Sarada explotó la burbuja ennegrecida de la de la niña de dos coletas. — Shikadai.
La sola mención del Nara encendió una llama de interferencia en los demás. ¿Shikadai también sabía de cosas clasificadas?, ¿Hay cosas más oscuras?, muchos se preguntaban eso. Pero todo pensamiento fue disipado cuando ni el propio chico supo qué responder.
Sarada decidió hacer otro intento más.
— Antes de que los adultos empezaran a comportarse extrañamente, ¿Recuerdas que había llegado una chica llamada "Eida"? — Preguntó. —
Un pequeño respingo se escuchó desde el lado derecho desde dónde se encontraba Sarada. La oscuridad no se lo permitía, pero podía saber que los dueños de esos sonidos, eran nada más y nada menos que el trío Ino-Shika-Chou, de Moegi-sensei.
El gemido incómodo de ChouChou se escuchó por debajo de la respuesta de Shikadai.
— Sí.
Los demás dejaron salir aire. Sarada supuso que ellos también conocían eso, pues los Jōnin a cargo de los equipos habían tenido un papel importante referente al tema en cuestión. Sin embargo, a todos les parecía curioso el por qué Sarada interrogaba específicamente a Shikadai.
— ¿Conoces su poder? — Le pregunta Sarada. Su corazón empezaba a bombear un poco más rápido de lo normal. —
Seguido de un descanso, Shikadai responde.
— Mi padre me contó que tenía la habilidad de la "Omnisciencia". Y Que era capaz de ver todo lo que quisiera desde donde fuese, incluso podía ver el pasado. — La información fue más que interesante para sus compañeros, que, Incrédulos, murmuraban para sí. — Sin embargo... — Advierte pausadamente. — También me dijo que no podía ver hechos antes de su propio nacimiento.
— Uwa...
En el instante en que Shikadai se había ganado la atención de todos, ChouChou había suspirado. La Uchiha se había extrañado... ChouChou había estado mucho tiempo callada, facilitando sus propios comentarios fastidiosos o cansados. Pero, esta vez, algo de la ChouChou de antes se había filtrado.
— Era muy Bonita... — Dice. — ¿No lo recuerdan...?, Sus ojos, su cabello, su piel... había mucha chispa en ella. Eh, ¿No lo recuerdas?
— ¡¿Eh?! ¡Tch...!, ¡No fastidies...! — Chista Inojin a su lado. Al parecer, había sido codeado por la Morena. — A Mí no me preguntes, no era tan guapa a mí parecer.
— ¡¿Pero qué dices...?!, ¡Si parecías un mismísimo tomate cuando la viste! — Le chistó con más fuerza la Akimichi. El respingo de Inojin se escuchó, audiblemente avergonzado. — ¡Te agarraste el pecho porque sentías que el corazón se te iba a salir!
— ¡¿Eh?! ¡Yo...! ¡No es verdad!
— ¡Sí lo es!, ¡Sarada y Shikadai te vieron!, ¡¿No es así?!
— ¡Calla! ¡Deja de ser tan escandalosa, Foca!
El pequeño intercambio de palabras, parecía ser un secreto entre los dos. Sin embargo, sus chisteos y escupitajos al aire hacían eco en el espacio reducido, y todos habían sido testigos del encuentro que habían tenido con la chica mencionada.
Eida: La chica que se había ganado el interés de Sarada, alguien peligrosa. Incluso Sarada se sorprendía al recordar el miedo que sentía al tenerla cerca. No le hacía falta ponerle un Kunai en el cuello para hacerle temblar así. Le bastaba con saber que cualquiera podría estar bajo su control.
Quién sabe lo que hubiera pasado si Shikamaru-san no la hubiera tenido como aliada para Konoha.
— ¿Y Eso...? — Intentó cuestionar Hoki, algo cansado, para proseguir el tema. —
— Ese es otro de sus poderes. — Responde Shikadai. Recibió un sonido de Hoki. — No lo entiendo del todo... pero al parecer, puede mantener a todo el que la vea a los ojos, bajo su control. Pueden caer enamorados, o simplemente no la pueden ver como alguien a quién destruir. Esto no se limita a Hombres ni a mujeres.
— ¿Qué dices? — Renga, con los brazos cruzados, Indaga con preocupación. — ¡Es una locura!, no puede existir tal poder...
— No. — Sarada lo calla con firmeza, algo que solo su voz puede provocar. — Además, Shikadai, te falta saber una cosa más.
El Nara de ojos verdes frunce el entrecejo.
— ¿Una cosa más?
— Así es. — Dice Sarada. Intentó discernir el rostro de Boruto en su regazo. Sus ojos acostumbrados a la luz. Pudo distinguir los bigotes en sus mejillas. — Ese poder extraño tiene limitaciones. No afecta a personas con su misma sangre, o a Ōtsutsukis.
El pequeño escondite no tardó en bajar de temperatura. La gran mayoría sudaba frío. Incluso aquellos cuyo puntaje como Ninja no sobrepasaba al nivel de Genin, fueron lo bastantes competentes como para hallarle algo de sentido al desmayo inesperado de Boruto en aquella lluvia de estrellas.
Shikadai, en especial, se le juzgaba como alguien quién estuvo aguantando un peso en su corazón desde la mañana. Sarada quiso creer que se trataba de... lo normal, su padre, su familia, el cataclismo. Por lo que temió que ese sentir afectase a su pensamiento crítico. Pero, contrario a lo que se esperaba, y volviendo a confirmar sus pensamientos de la capacidad de Shikadai, el niño habló después del tumulto de dudas.
— ¿Y Tú?, ¿Entonces por qué a ti no te afectó? — Le preguntó. —
— ¿Qué quieres decir con que a Sarada no le haya afectado? — Denki indagó. —
Shikadai prosiguió a explicarles esa situación.
El día en que conocieron a Ada, todos cayeron en su encanto apenas bajó del tren. El equipo diez, impacientes por las cosas que habían oído a escondidas de sus padres, fueron a ver de quién se trataba; "¿Quién será esa visitante extraña?" "¡Dicen que es muy linda!", decían los Yamanaka y Akimichi del trío al llegar al lado de Sarada y Mitsuki.
Poco antes de que su Sensei se aproximase al lugar, Eida había hecho aparición. Sarada había escuchado de su poder antes, sabía lo peligroso que era, y que, desde el momento en que caes en su hechizo, no puedes huir de él. Ella esperó y se quedó paciente a sus propios latidos cuando la vio a lo lejos. Pero los murmullos del Yamanaka y la Akimichi a su lado, la despertaron.
— Es tan linda... — Suspiró ChouChou. —
— ¡M-Mi Corazón...! — Respingó Inojin. —
Sarada se había cuestionado la eficacia de ese poder. ¿Ella también habrá caído, y su reacción es diferente?, había pensado eso, cuando Shikadai dijo:
 Maldición... no pude ver nada.
— ¿Será que no la vi bien? — Se había preguntado a sí misma. — ¿Por eso no me afectó? ¿Solo porque no la vi bien?
Shikamaru supo de la ventaja recién descubierta por Sarada. En cuanto Shikadai se sumó como un posible individuo que contrarresta la técnica divina de Eida, Sumire se sumó. ¡Ahora eran tres armas, capaces de acabar de una vez con Eida!
O Al menos eso pensó Sarada. Porque, una vez que entraron los tres por pedido de Eida, Se dejó en evidencia que, de hecho, Shikadai no la había visto bien en la vez anterior, y fue descartado como la tercera persona capaz de acabar con Eida. Ahora solo eran dos. Si contaran a Kawaki y a Boruto, serían cuatro, pero esos dos estaban bajo el foco del hermanito menor de Eida. Su poder fue otra cosa que tuvo que explicar Sarada, viendo que Shikadai no se vio capaz en describir la sensación al ver a Eida por primera vez.
— Ya veo... entonces tu y la delegada... — Resumió Hoki con cautela. — Entiendo. Tiene sentido el por qué el séptimo fue tan cauteloso con ese tema.
— ¿No lo sabían? — Le pregunta Sarada. —
— Sabíamos de alguien que vino de esa organización, pero nunca nos dijeron exactamente de quién se trataba.
— Hm. El séptimo fue cuidadoso. — Susurra Sarada. Permanece Ensimismada en sus pensamientos, y prosigue. — Creo que debemos de considerar eso, los "Límites" de la habilidad de Eida.
Alguien se acerca más a su lado, incluso sentándose en el suelo. Claramente se trataba de Denki, quién estaba dispuesto a serle de utilidad a Boruto.
— Pero, Sarada-san... si el Cataclismo destruyó todo...
— Eida es alguien realmente extraña, hasta el séptimo tuvo cuidado de no cruzársele porque temía verse afectado también. — Le responde la Uchiha. — Pero, de ahí en más, era alguien importante, una aliada importante. — La niña guardó unos segundos de silencio, suspiró con inquietud. — El que destruyó a nuestra Aldea, fue Code. Él y Eida fueron aliados por un tiempo bastante corto, hasta que fue convencida por Shikamaru-san y vino a nuestra aldea. Es obvio que no la dejarán morir tan fácil, no cuando su enemigo es Code; Alguien que se vio minimizado ante el poder de ella.
Eida había sido presentada como una chica con un poder descomunal. Su habilidad era tratada como una técnica divina, que afectaba más las reacciones y emociones de las personas que la rodeaban. Incluso alguien de ese calibre, fue una amenaza constante para el séptimo.
Pero Code... su nombre todavía no era conocido por muchos. Solo para aquellos cuyos maestros estuviesen metidos de lleno en el tema. El equipo Diez, como el Equipo Siete, estaban más que enterados. El resto solo sabían de su existencia y técnicas, gracias a los rumores esparcidos entre los Ninjas mayores que ellos.
— Code... — Habló Hako. — ¿Es el Asesino de Jōnin?
Así como Sarada, la gran mayoría se abstuvo de comentar algo, por miedo de recordar la fatídica noche. Era gracias a la Gran Abuela que algunos podían permanecer en la oscuridad sin pestañear del miedo, pero de no tenerla a su lado... capaz y muchos ni siquiera fueran capaces de hablar.
— Oye, Oye. — Le susurró Renga a su lado. Su apuro en parar el carrito daba indicios de saber más cosas que involucraban a Code, pues como Anbu, fueron los primeros en actuar. Siendo sus compañeros los primeros en perecer, antes que cualquier otro Jōnin. — Decir eso en estas circunstancias...
— Déjala, Renga. — Le dice Hoki con firmeza. Más que regañarlo, sonaba resignado. Él cerró sus ojos entre la oscuridad. — Dejar todo eso de lado, y fingir que nunca pasó... así como Ignorar el hecho de que nos encontramos en el pasado, es como ignorar el sacrificio que nuestra gente hizo por nosotros. Sería una aberración vivir en la ignorancia. Aunque nos duela... y nos asuste.
Habían pasado unos ocho días desde aquello. El mundo debería estar patas arriba si los cuentos de que sus presencias son como olas fuertísimas eran ciertos. Podían ser peligrosos para las personas del pasado, pero el miedo persistía.
Era normal para un Ninja tener miedo. Más si ya ha vivido un Cataclismo.
Hoki estaba firme para ser el binocular de sus compañeros. Pese a no hablar muchas veces con la mayoría, y solo haber intercambiado algunas miradas con la minoría, Hoki no se había rendido. Escuchar a la Gran Anciana pareció darle un objetivo qué seguir, Y Sarada no era capaz de verlo.
Se preguntaba... si ella también sería capaz de tener un objetivo, ahora que ya no pertenece a ningún lugar.
Ser Hokage ya no era un camino.
Sarada estaba demasiado metida en sus pensamientos. Tanto, que no se daba cuenta de lo que intercambiaban sus compañeros mediante las palabras. Aun tenía la esperanza de que Boruto despertase ahora, y cuente su experiencia en el momento en el que se desmayó.
— ¿Code es tan poderoso? — Pregunta Denki, acomodándose los anteojos rotos. —
Antes de que Sarada pudiese responder, Shikadai habló con una pesadez plausible en su voz. Estaba cuerdo, o al menos eso discernía Sarada. Sin embargo, algo en él ameritaba cierto apuro en contestar la pregunta de Denki antes que nadie.
Eso le produjo interés.
— Code puede transportarse mediante sus rasguños... también viene del mismo lugar que Kawaki. — Esa información fue como si se activase una bomba lacrimógena en el lugar encerrado. Muchos cerraron la boca, como si evitasen decir alguna palabra sobre el mencionado. Sarada podría deducir por qué ese comportamiento. — Su mano no tiembla para matar... es muy cruel, y claramente Insensible. Si él fue el causante de esto...
— Eso no puede ser. — Tsubaki opinó con una tranquila preocupación. Su decisión de mantener la calma seguía a flote. — No lo sabemos del todo, pero... ¿No le dijo ese Chunin a Mirai-san que los Adultos de la Aldea planearon esto para evitar el ataque?, sería solo suerte imposible si Code hubiera sobrevivido.
— A eso quería llegar con mi indagación sobre Eida. — Añade Sarada. Al parecer, solo unos pocos, como Shikadai (quién estaba algo más pensativo), y Denki (cuya curiosidad hacia Eida se había maximizado), esperaban a que Sarada llegase a ese punto. — Sus poderes no eran del todo claros, ni siquiera para Shikamaru-san. — Dice. Tal pareció que despertó una pequeña tensión a sus cercanías. — Sus niveles de poder de por sí eran inmensos, incluso los de su hermano. Como dije, alguien tan poderoso no sería descartada por Shikamaru-san. Pero si tomamos en cuenta que rebobinaron al mundo con nosotros para protegernos de los que destruyeron todo, no tendría sentido traer al pasado a un par con técnicas divinas. Sabemos lo que pasa, y sabemos como terminan las cosas. La suma de Eida y su Hermano sería llamar a otro cataclismo, llamar a la guerra. Y Eso también incluye a Code. Si Code de verdad está vivo, entonces... todos los que pelearon para traernos aquí, perecerán de nuevo.
Sarada le da un suave codazo al Kaminarimon de su lado. El niño vacila por un momento, no sabiendo si tratarlo como accidente o pedido de ayuda. Sarada le pide con acciones que cuidase de Boruto mientras se metía de lleno a informar a los demás y compartir sus especulaciones.
Mientras que todos quedaron a la espera de aclaraciones por la última palabra, la cabeza de Boruto descansaba en el regazo de Denki, y era vigilado por los cuidados de una Wasabi de ojos afilados y alertas. Sarada se levantó, y puso a andar todos los engranajes de su cabeza. Escenas, Conversaciones, Rumores, Sospechas. Todo lo que vivió antes del Cataclismo, era sobresaliente ahora mismo.
No lo echaría a perder. Como alguien que aspiraba a ser Hokage, le será útil a los demás.
— Sé que no soy nadie para decir algo como esto... y sé que no soy lo suficientemente fuerte como para demostrar que soy capaz de hacer algo similar. — Les dice Sarada. Traga saliva y prosigue. — Si yo fuese... Shikamaru-san, definitivamente aprovecharía a Eida.
— ¿Eh?
— ¿Shikamaru-san haría algo como eso?
— No es posible...
Nuevamente, sus amigos se adelantaron en murmurar. Pero fue Su segundo compañero de equipo quién se interpone con suma serenidad destellando en sus ojos amarillentos, los mismos eran medianamente visibles entre las cabezas ennegrecidas por la iluminación, de sus amigos.
— ¿Shikamaru-san sacaría provecho de la habilidad de Eida? — Se pregunta él en voz alta. Automáticamente todos parecen estar hablando a través de él. — Shikamaru-san es alguien sumamente inteligente y analítico... pero, ¿Cómo Eida permitiría eso?, Si tomamos en cuenta su alianza, ella no hubiera venido a la Aldea si Kawaki no estuviera allí para empezar.
— ¿Kawaki-kun...? — Namida cuestiona a su lado de manera susurrante. —
Pero Sarada refunfuña en voz baja.
— Ahora... no es momento de hablar de eso. — Dice. Su congelamiento hacia los demás era como la personificación de su linaje, y se contuvo de proseguir con el mismo. — En fin. No sé lo que Shikamaru-san haya hecho para comprar a Eida... pero, esa luz en el cielo... definitivamente tiene que ser ella.
— ¿Estás segura? — Iwabee quiere saber. Apoyaba a los demás permaneciendo cerca de la escotilla, en el caso de tener que enfrentarse a algo inesperado. Él murmuró algo audible para Sarada. — No la he visto yo mismo, pero Shikadai dijo que todos caían en su poder, ¿No?, ¿Ese no es su poder?, ¿Cómo el Enamorar puede causar eso en el cielo?, aunque no hace falta ser tan inteligente para saber que eso está conectado a nosotros...
Metal Lee y Namida volvieron a hundirse de hombros, uno al lado del otro, mientras sus almas cobardes parecieron salir de sus bocas en un bufido.
— No. — Niega Sarada firmemente. Sus compañeros sudan frío. — Ese no es su poder, el mismo Boruto me lo dijo.
Otra vez, Sarada resumió los encuentros que Boruto tuvo con ese dios Ōtsutsuki. Eran algo que se reveló justo antes del Cataclismo, a pedido del propio Séptimo. Sarada contó como ni el mismo dios tenía conocimiento de esa habilidad, y fue descartada como técnica divina.
Sus Amigos se quedaron con la boca abierta. La presencia de un Dios era mucho más de lo que podrían haber resistido en un pasado, pero después de vivir en sus propias carnes el deslizamiento del mundo, mantenían terroríficamente la calma, exceptuando a algunos que no evitaban dejar salir sus gemidos de miedo cuando ya era demasiado que digerir.
— No sé cual sea la otra técnica de Eida, pero... si de verdad tiene qué ver con el cielo, entonces Code debe de estar vivo. Por eso Shikamaru-san debió haberla traído junto con nosotros de alguna forma. — Explica la Uchiha. No se veía, pero hablaba poco a poco hacia todas direcciones, para buscar ser escuchada y comprendida por todos sus interlocutores. — Dudo que Eida deseara morir, así como así. Ella es una chica un poco egoísta, y sus intenciones son muy nubladas. Pero si Code logró filtrarse, entonces es posible que Eida haya sido traída para contrarrestarlo. Ella y su hermano son perfectos para dejarlo fuera de combate.
— ¡Pero oye, Sarada! — Wasabi exclama tras ella, Sarada se voltea. — ¿No te estás adelantando?, ¡Code... o como se llame, podría estar muerto!, ¿Por qué traer más gente que peligre el pasado?, eso no es un pensamiento propio de alguien como lo era Shikamaru-san.
— Temo estar con Wasabi por esta vez, Sarada. — Iwabee se suma en un bufido. — Eso todavía no me convence.
— Hm...
No iba a gritarles, no se lo merecían. Tenían razones para dudar de ella.
Sarada, quién aspiraba a ser Hokage, era conocida por todos por ser una obsesionada por las reglas. Supuso que interpretaron su apuro de hallar respuesta, como un motivo para volver a recordar y extrañar al séptimo Hokage, la persona que más admiraba, después de su madre.
Si ese fuera el caso, entonces, ¿Qué hacía malgastando saliva?
Algo no andaba bien ahí. Incluso si todos discutían, creerían al menos una palabra de lo que diría cualquiera de ellos, ¡Compañerismo, eso fue lo que Shino-sensei les enseñó antes de ser Genin!
Fue entonces que Sarada se percató de una verdad dolorosa.
Ellos ya no era niños de la academia. Tenían sus propios equipos, y confiaban más en ellos. Pese a que el séptimo siempre les decía, "¡Confíen los unos a los otros!", claramente, las prioridades se diferenciaban entre sí.
¿Era ella tan solo la prioridad de alguien más?, Por supuesto que no.
Sería egoísta tan solo pensar en eso.
Había apretado los puños, con la emoción de antes ahora esfumándose para proseguir, cuando su amiga ChouChou hizo un comentario que agudizó los oídos de aquellos que llegaron a ser Chunin, y analizaban meticulosamente lo que Sarada había sacado a la luz.
— Ahora que lo pienso con más detenimiento... — Dijo. Inojin enarcó una ceja sin ánimo a su lado. ChouChou vaciló. — ¿Hm...?, ¿Qué...? ¡E-Espera! — exclama en un susurro. — Pero... ¿cómo...?
— ChouChou.
— ¿Uh?
Respondiendo al llamado de Sarada, ChouChou solo frunce el entrecejo vagamente para tratar de verla en la oscuridad.
— ¿Qué te pasa? — Sus compañeros preguntaron lo mismo. —
— Oh, es que... ¿No es raro?, recién me doy cuenta que... Eida-san es... muy genérica.
— ¡¿Por eso armas tanto alboroto?! — Le chista Inojin. Esperaba no ser escuchado. — Los Chunin están tratando de hallarle una explicación a nuestros problemas, céntrate un poco más. ¡¿Quieres?!
— ¡P-Pero, Pero!
Una pequeña discusión estaba por formarse, siendo parada por un chisteo de Shikadai. No obstante, cada palabra soltada por ChouChou, era la actual prioridad del escucha de Sarada.
— ¡No entiendes mis sentimientos! — La Akimichi se había lanzado hacia el espacio personal del Yamanaka para resaltar su desconcierto. — ¡No estoy loca!, Sé bien que lo que sentí en ese momento no era normal, y ahora que lo recuerdo, es como... si viera la película de la historia de alguien más. ¡¿Me entiendes?!
— Eso es obvio. — Le escupe Inojin. — Con todo lo que ha sucedido...
— ¡No me refiero a eso!
— ¡ChouChou!
La voz de Sarada rebotó por las paredes, cargada de una furiosa determinación. Todos cedieron ante esto, y la Uchiha se aproximó hacia su amiga de ojos anaranjados.
— ¿Podrías repetirlo una vez más?
— ¿Eh...? ¿Qué cosa?
— ¡Lo que dijiste hace un momento! — Apura Sarada. —"Muy genérica", ¡¿Qué quisiste decir con eso?!
Inojin y Shikadai quedaron estupefactos por la pregunta. Cuando por un momento ChouChou pareció hacer lo mismo, vaciló antes de dirigirse hacia la amiga con la que casi no cruzó palabras desde aquella noche.
— Ah, me refería a que Eida-san es... Bonita, pero no tanto como la creo recordar.
— ¿Podrías ser más específica?
ChouChou se cruza de brazos, y se esfuerza en rebobinar la memoria. Solo los más cercanos a ella sabían la clase de cara que estaba poniendo ahora. Apretando el entrecejo y la nariz, mientras sus labios se curvan hacia abajo con los ojos cerrados.
— Veamos... — Murmura. — Para empezar... cuando me recordaste a Eida-san, sé que la recuerdo como una diosa brillante completamente hermosa. Pero... conforme intentaba hallarle sentido a tal belleza, me percaté que no era algo tan escandaloso como creí.
— ¿No la recuerdas bien?
— ¡Oh, sí lo hago! ¡Era realmente hermosa! — Se apresura ChouChou en confirmar en un tono de Obviedad. — Pero hasta ahí. Era alguien muy bonita y vestía a la moda... pero simplemente, no le hayo sentido a mi reacción de ese momento. Ni siquiera sé por qué armé tanto escándalo... es como si los reflectores y estrellas que había sobre ella, se hubieran desvanecido de mis recuerdos. — La niña se llevó una mano al pecho. — Ni siquiera siento a mi corazón rebotar cuando la recuerdo... qué extraño.
Un mutismo analítico se profundizó entre los Chunin. Los Genin de los equipos no decían nada, pues estaban conscientes del espacio que tenían que darles a sus líderes de equipo. Confiaban en qué no se quedarían a estudiar algo sin algún motivo.
Sarada apretó los puños con anticipación, pareció estar buscando a alguien al lado de ChouChou.
— Shikadai, Inojin. — Ambos hicieron un Sonido en respuesta. — ¿Qué tal ustedes?
— ¿Ah? ¿Qué dices?
— ¡Sobre Eida! — Le responde a Inojin. —Ustedes dos que también la vieron, ¿Recuerdan lo mismo que ChouChou?, ¡¿Algo similar?!
— ¡No entiendo lo que dices! — se defiende Inojin con apuro, poniendo sus manos frente a él. ChouChou hizo una mueca a su lado, pues sabía que todo lo relacionado con Chicas era como un tabú para el cabello ceniza. — ¡La recuerdo! ¡Hasta ahí!
— No es eso...
— Lo que Sarada quiere decir es sí sientes lo contrario a lo que recuerdas.
La voz de Hoki se aproximó a sus cercanías. Sus pasos eran inaudibles. Fue una sorpresa vivir esa pequeña experiencia, y ser testigos de su talento como Anbu, incluso en las situaciones menos innecesarias. Hoki estaba atento a todo, y el cuidado en sus pasos le permitió a Sarada saber que, era capaz de escuchar y analizar una conversación mientras se mantenía alerta.
Propio de un Anbu.
Inojin no ocultó su incomodidad. Su historia con el castaño era muy breve, y no se tenían tanta confianza como para que este le dirigiera la palabra con tanta confianza. Pero como tenían otras prioridades, se mantuvo callado.
— Sarada se está yendo por la posibilidad de que, de alguna forma, ustedes ya no vean a Eida como alguien superior. — Le dijo. Incluso a oscuras, sabía que estaba serenando la mirada. — En otras palabras... Que ustedes ya no estén bajo su poder.
¡Exactamente!, la de los ojos Ónix se permitió dar un respiro. El enmascarado había visto a través de ella, lo suficiente para encontrar la respuesta antes que nadie.
Inesperadamente, Hoki había tenido un muy buen desarrollo desde que lo vio por última vez en los exámenes Chunin. Confiado en haber facilitado la respuesta correcta, lo único que hizo para responder a las caras dudosas del trío de amigos, fue cruzarse de brazos y resoplar en silencio mientras reflexionaba la teoría de Sarada.
— Este chico se parece cada día más... ¿Al Sexto? — Se preguntó Sarada, pero descartó ese pensamiento. Ahora no era el momento. —
En lugar de alargar las preguntas, Hoki habló a favor de Sarada.
— Desde que mencionaron a Eida, ChouChou ha estado en las nubes. Pero ese ya no parece ser el caso. — Dijo él. Se dirigió más a Sarada esta vez. — Quizás nuestra llegada al pasado también haya alterado nuestros cuerpos de alguna forma. ¿Ustedes dos no sienten algo distinto cuando recuerdan a Eida?
Inojin únicamente pudo dar un leve respingo en respuesta. Su entendimiento aun era vago, y Sarada solo pudo culpar su desagradable situación. Como alumna de Konohamaru-sensei, podía saber más o menos como se encontraban los miembros del equipo diez, liderado por Moegi-sensei.
Así que podía deducir más o menos como se encontraba Inojin, por lo que, entre el entrenamiento de la Gran Anciana y las reglas que tenían que recordar, lo más esperado sería que se encontrase cansado mentalmente.
— Ahora que lo dices... — Murmuró Shikadai serenamente. Sarada agudizó los oídos. No necesitó el Sharingan para poder divisar al Nara a pocos metros de ella. — Puede que tengas razón... la recuerdo, pero no mucho más que como un Aliado peligroso.
— Oh. — Siendo también parte de los más cercanos a la sorpresa, Inojin pensó para sí mismo y respondió. — Hm... ¡N-No te voy a decir que no era Bonita!, Pero...
— Ustedes ya no la recuerdan como antes. — Concluyó Sarada. —
Pero Hoki no creía que esto se había quedado simplemente así. En cuanto Sarada sacó a relucir su conclusión, el castaño enmascarado se sintió un poco enfermo cuando se dio cuenta de su tono aliviado. Algo en él estaba en conflicto con otra parte de él, y cerró los ojos con fuerza cuando algo invisible en la oscuridad le pegó en la vista, como un mal augurio.
Deseó con todas sus fuerzas que lo que haya pensado, no suceda. Que por mucho secreto que se guarde, no se lleve a cavo tal separación. Ese era su mayor miedo, pero no sabía exactamente hacia quién estaba dirigido.
La espalda de Sarada estaba frente a él. Una Uchiha, hija proveniente de la rama principal. Levantó su mano, con intención de ponerla encima del hombro de la azabache.
Pero ésta se desvió, y simplemente hizo un ademán. Uno que no era visible para nadie.
— C-Con eso, sería todo, ¿No, Sarada? — Dijo él. —
La mencionada hizo un sonido en respuesta a su escucha.
— ¡¿Todo con qué?!, ¡No entiendo nada! — Tsuru pronunció con desasosiego. —
— ¿No lo notan?, ¡Esta es una prueba! — Defendió el niño Anbu. — La prueba de que es posible que Sarada no esté equivocada. Puede haber la posibilidad de que Eida se encuentre con vida... y, en consecuencia, Code también.
Shikadai palideció en su lugar. ¿De verdad era posible que ese Asesino siguiera con vida?, la verdad era que no se lo quería creer... no quería creerlo. Pudo haber defendido a Sarada, porque algo vital que se le había inculcado como un alumno de Moegi, era que "Todas las posibilidades podían ser la correcta, y solo una podía Imposible podía ser la más factible de todas".
¿Por qué dudó?, era una vergüenza haberlo hecho, pudiendo aún defender a Sarada con argumentos que él mismo tomaba en cuenta durante todos estos días de entrenamiento, en los que pasaba la mayor parte del tiempo libre rebobinándolo todo, con pesar y dolor, encontrando grietas.
Para empezar, ¿Por qué los Ninjas de las otras Aldeas llegaron específicamente a Konoha solo para atacar?
¿Estaban bajo el control de alguien?, ¿Estaban siendo manipulados desde que salieron de sus aldeas?
Los Ninjas de Konoha (los últimos en quedar en pie justo antes de abrirse el pergamino), estaban siendo manipulados también, porque comenzaban a matarse entre sí. Llevó a Shikadai a una encrucijada.
¿Entonces, en qué se diferenciaban los Ninjas que los invocaron a la Inversa, y los que cayeron bajo el control del enemigo?, ¡¿Qué era lo diferente?!
El objetivo de Code parecían ser los Jōnin. Code no contaba que Mirai y él fueran invocados al pasado, porque de lo contrario hubieran compartido el mismo destino que su padre en las manos de Code.
Pero... Sí Code fue tomado por sorpresa, ¡¿Cómo sobrevivió?!, Pero como toda posibilidad era una opción con la realidad de estar en el pasado en la mesa, también surgía la duda en telaraña: ¿Code también sabía esto, y pudo colarse en algún pergamino?, ¿Él también trató de hacer lo mismo?, lo último fue descartado solo porque Shikadai no veía factible que fuera a Konoha a hacer lo que hizo. Podía hacerlo sin matar a nadie.
Pero con la suma de Eida... las posibilidades ahora eran infinitas.
Eida era una aliada peligrosa, pero una aliada valiosa. Todos los movimientos de Code eran narrados a detalle por ella, e informados al mismo tiempo tanto al séptimo como a su padre, Shikamaru.
Quizás Code se enteró de la procedencia de los miembros del "Culto" que apoyaba a Konoha, y se fue con la intención de destruirlos antes de rebobinarlo todo.
Pero aún así, todo terminaba en el mismo punto.
¡¿Por qué?! ¡Nada tiene sentido en esta maldita historia!
Alguien Miente, alguien tuvo que haber mentido. Así como Mirai lo está haciendo ahora. Aunque fuese una mentira minúscula, esa misma significaba un obstáculo qué derribar si querían entenderlo todo.
¿En dónde surgió el primer nudo en el enredo?
¿Desde Konoha y los adultos?
¿Su padre?
¿Quizás, pudo haber sido que Tanaka-san le hubiese mentido a Mirai por su propio Bien?
O...
— ...
No quiso pensarlo demasiado. Sus hombros se habían caído, siendo solo una presencia física ante el intercambio de palabras de sus compañeros. Pero, mentalmente, Shikadai no estaba allí.
 El verdadero poder de Eida es desconocido, por lo que tampoco podemos descartar que eso del cielo haya sido ella. — Piensa. Su expresión era en sí, una vacía. — Boruto es en sí un Ōtsutsuki, ¿Cierto?, eso lo hace inmune a sus poderes, y lo diferencia de nosotros. ¿Y Si fuese esa diferencia a nosotros que lo hizo desmayarse?, ¿Y Si realmente fuese Eida la causante de eso en el cielo, y Boruto tuvo una especie de reacción?
Las voces de sus amigos eran un eco distante. Shikadai desentrañaba el mar de incógnitas que lo carcomían.
— No... ¡No puede ser eso! — Se niega. — Sarada también es Inmune a ella por alguna razón. Bajo esa lógica, ¿No pudo ella haberse desmayado también?
Todas las posibilidades podían volverse una. Era un pensamiento que a menudo Shikadai criticaba.
— Pero... ¿Y Si sí?, Quizás Sarada sea Inmune por otra cosa, pero sea solo Boruto el que se viese afectado, ya que Sarada por alguna razón es una excepción. Así que, con nuestros cuerpos atrapados en el tiempo, ¿nuestros recuerdos también lo estarán?, ¿Por eso no recordamos caer en el truco de Eida?, ¿Eso quiere decir que ahora somos Inmunes a su poder?, ¿Eso nos pone en la misma situación que Sarada?
Los engranajes en su cabeza hicieron clic, cuando de sus recuerdos resurgieron los ojos de la chica más alta. Su piel suave y labios como la manzana, mirándolo con los ojos caídos y con el cabello ondulado y casi vivo cayéndole por toda la espalda. Esa vez, Estaba en manos de Eida, ya no era un oponente para ella.
Pero ahora los papeles parecieron haberse volteado. Shikadai había encontrado una posible respuesta, pero no pudo verbalizarla a tiempo cuando dos cosas sucedieron.
Una voz tosía y tosía con insistencia, como si la persona fuese a vomitar en cualquier momento. Inmediatamente escuchó a Wasabi decir el nombre de la persona, mientras desde el exterior de su escondite, justo encima de ellos, se escuchaban muchos pasos aproximarse.
— ¡Boruto! — Bramó Wasabi con alteración. —
Sarada iba a hacer lo mismo, cuando el sonido de la piedra haciéndose a un lado por encima de ellos hizo temblar la parte superior de su escondite.
Sabían que capas de piedra se iban haciendo a un lado para dar con la escotilla que les daría la libertad, y esa obra solo podía ser posible por una sola persona, la única que sabía en dónde estaban ellos, y quiénes eran.
Cuando todos estaban congelados a la espera después de la inactividad de los de arriba, una pequeña nube de tierra pálida hizo que Namida apretara más sus brazos en contra su cuerpo, mientras que la luz de las antorchas se filtró hasta iluminarlos por completo cuando la pequeña puerta fue abierta.
Las sombras de los más jóvenes danzaban a sus espaldas.
Boruto dio una última tos, y seguidamente Sarada y Mitsuki se le acercaron. El niño solo pudo mantenerse callado, absorto en algo que lo mantuvo helado mientras Sarada buscaba cruzar miradas con él.
Los que miraban a la Gran Anciana, palidecieron.
— ¡Recojan sus cosas! ¡Nos vamos lo más pronto posible de aquí! — Su exclamación rebotó en el pequeño escondite, y hasta salió por los pasillos repletos de sus subordinados. La anciana alzaba una antorcha para divisar a todos los niños, su pequeña figura la hacía ver algo dominante si se tomaba en cuenta su voz. — ¡El desierto ya no es seguro!, Los guiaré por los túneles hacia el bosque más cercano. ¡Nos moveremos entre túneles y superficie durante un tiempo, pero no pararemos hasta estar en medio de un frondoso bosque! ¡La luz lunar ya no es segura para ustedes!
— ¡¿¿Ehhh??!
— ¿Qué...?
— ¡Boruto...!
El pequeño respingo no pasó por alto en los oídos de la anciana. Mientras que los otros Genin estaban como fantasmas sin un camino impuesto, la misma dirigió su atención al pequeño grupo que se arremolinaba alrededor de el niño rubio al fondo.
Wasabi miraba a la abuela con sudor frío, mientras que, a su lado, tanto los compañeros de equipo del Uzumaki como Denki, estaban congelados por la apresurada orden de la Anciana, pero tampoco querían dejar de lado a Boruto.
La Abuela únicamente pudo tener sus ojos cerrados por las arrugas, en dirección a Boruto.
En su mente, solo pasó unas palabras preocupantes, facilitadas por un alma sacrificada.
— En cuánto la vi a los ojos, supe que había visto lo consumido por el ciclo. Ver los ojos de alguien que vio un trecho en vencimiento, o en nacimiento, o por nacer... es algo inconfundible. Es una marca que nunca se va.
El agarre en la antorcha se apretó, y sintió las pequeñas astillas hundiéndosele en toda la palma de la mano y piel de los dedos.
Su Maestro, de todas las personas, era la única que aborrecía el olvidar. Ella lo amaba, porque así no tenía que recordarlas, claro está. ¿De qué serviría malgastar espacio en tu cerebro, cuando puedes caminar libremente sin ninguna preocupación?
Pero ese hombre no quiso vivir así. Y Hasta el día de su muerte, mantuvo su palabra, sin haberle dicho exactamente a la mujer como se sentía olvidarse de sí mismo en el último momento de vida.
No sabía decir si estaba molesta, pero los nervios de lo que sucedía afuera la estaban atacando, y aunque ella misma era la personificación de la calma, pecaría a sus enseñanzas si no tuviera en carne propia tales emociones como lo eran el miedo y la angustia.
Boruto logró cruzar miradas con Sarada cuando ésta le dio una leve bofetada en una de sus mejillas. Su expresión era una que desconocía su ubicación actual.
No sabía si estaba aquí, Allá, o como su Maestro amaba decirle: Allí.
Es algo Inconfundible, la mirada de alguien que estuvo en el "Allí".

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