Dos segundos después de cruzar la puerta, una figura oscura se lanza sobre mí.
Por un instante, el pánico acelera mi corazón. Luego el humo de la hoguera y el ámbar llenan el espacio a mi alrededor, y me doy cuenta de que es Lucas.
Un chillido escapa de mis labios cuando él me empuja contra la puerta, su boca se estrella contra la mía. El frío del exterior se desvanece al instante, reemplazado por un calor abrasador que amenaza con consumirme por completo. Sus labios se mueven con una urgencia desesperada, robándome la respiración y dispersando mis pensamientos.
Por un momento, me pierdo en la pasión de nuestro reencuentro. Mis dedos se enredan en su cabello, atrayéndolo más hacia mí como si pudiese fundirnos en un solo ser. Pero la realidad irrumpe cuando siento la nieve fundirse entre nosotros, humedeciendo su piel.
—Lucas —murmuro contra sus labios, intentando empujarlo—. Estoy cubierta de nieve.