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Se levantaron de la cama bien entrada la mañana, haciendo el amor sobre algunas superficies más. Después de todo, solo habían estado juntos en unos pocos lugares. Naturalmente, aprovecharían el nuevo escenario.
Los dos bajaron de la mano para ver al mismo guardia que antes. A Leon le daba lástima el tipo por sus largas horas, y si hubiera tenido algo de dinero extra, le habría dado una propina.
De todos modos, la pareja llegó a la recepción para hacer el checkout, descubriendo que les habían dejado algo. Era un sobre de tamaño A4 sellado con cinta adhesiva.
Parpadeó al abrirlo, dándose cuenta de que era el contrato. También había una nota adhesiva rosa con una letra fea, bueno, medianamente legible.
—¡Aquí tienes tu contrato, chico! No quería molestar a los dos tortolitos. Solo ve al gimnasio después de que lo firmes. Tómate tu tiempo para estudiarlo. ¡Esperando buenas noticias! —leyó en voz alta.