—¿Ah sí? —Blaise levantó una ceja—. Lucas, me cuesta mucho creer eso.
—¡No importa si lo crees o no! —dijo Lucas con valentía, pero noté que ni siquiera se atrevió a mirarme a los ojos. Cobarde.
Apreté mis puños, listo para dar un paso adelante y darle un puñetazo en la mandíbula en cualquier segundo. Sin embargo, en el momento en que la mano de Blaise encontró la parte baja de mi espalda, sentí la ira escapar de mi cuerpo al instante. Me giré para mirarlo, pero Blaise no encontró mi mirada. Mantuvo la mirada fija en Lucas, sus labios curvándose en una sonrisa encantadora pero siniestra.
—¿Y tú quién eres para decirme eso? —dijo Blaise con un tut-tut, burlándose. Suprimió una risa de incredulidad, sus dedos dibujando círculos en mi piel a través de la tela de mi ropa sin siquiera mirarme una vez—. Soy el beta de la manada. ¿Quién eres tú para decir algo sobre mi pareja?
—Tu… pareja… —Lucas retrocedió, sus palabras atragantadas en su garganta.