Uther y todos los demás lobos miraron a Xaden, incapaces de hablar.
Tampoco eran capaces de mirarlo.
Era como si los estuviera obligando a inclinarse ante él y solo ante él.
Todos, excepto Jazmín, se sentían obligados a obedecerlo, porque ella estaba a su lado.
La habitación estaba en silencio.
Y luego, los ojos lobunos de él volvieron a su color normal y la gente alrededor comenzó a respirar con normalidad.
Entonces él miró a su tío, que tenía decepción escrita en sus ojos.
—Tío —dijo Xaden—. Eres mi carne y mi sangre.
Uther giró su rostro, rehusando mirar a Xaden.
A Xaden le dolía ver a su tío herido de esa manera.
Era el último lazo que tenía con su familia y, sin embargo, verlo rehusar incluso a reconocerlo...
Xaden continuó:
—Esta es una decisión que he tomado. Y seguirá siendo una decisión que he tomado. No estás contento con ellas y te entiendo.
Se tragó duro.
Lo destrozaba ver que decepcionaba a su tío, y también a los primeros miembros originales de su manada.