—No puedes entrar aquí más —ella hizo una pausa, hablando seriamente—. Su expresión era incierta y su tono inexplicable.
—Puedes dejar cualquier cosa que quieras para mí en la puerta.
—De ahora en adelante, necesitas verificar tu temperatura diariamente. Si tienes fiebre, debes ir al hospital para la cuarentena —aconsejó ella.
—De acuerdo —Qin Ziye asintió—. Estaba de acuerdo.
—Esa es mi única petición —los labios de Tang Yuxin se curvaron en las esquinas, pero no había rastro de una sonrisa en su rostro—. Sí, esa era su única petición. Ella quería que él se mantuviera lejos de ella.
Qin Ziye se sorprendió momentáneamente, sintiéndose algo avergonzado.
—Necesito medicina, ¿puedes conseguirla? —preguntó Tang Yuxin—. Si no, tendría que considerar otras opciones.
—Puedo —Qin Ziye estuvo de acuerdo otra vez—. Esto no será un problema.
—Necesito recoger algunas cosas de mi casa con patio.
Tang Yuxin dejó de lado el frasco con atomizador y buscó su bolso, preparándose para irse.