Un momento después, la puerta de la sala de emergencias se abrió de golpe.
Han Jingting se apresuró a acercarse y agarró el brazo del doctor —Doctor, ¿cómo está mi mamá? No tiene ningún problema, ¿verdad?
El doctor habló con calma —No se preocupe, la condición de su madre es muy estable ahora, y ya no hay peligro para su vida.
Al oír esto, Han Jingting finalmente soltó un suspiro de alivio y se desplomó en el suelo con una sonrisa.
Sin embargo, en ese momento, el corazón de Chen Xuan albergaba dudas.
En su memoria, Ding Lijuan siempre había sido arrogante y extremadamente amante de la vida.
Parecía improbable que una mujer de ese carácter eligiera acabar con su vida bajo circunstancias ordinarias.
Chen Xuan no podía deshacerse de la sensación de que algo simplemente no estaba del todo bien.
Hablando de coincidencias, el doctor que acababa de tratar a Ding Lijuan resultó ser Song Qiuhuan.