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97.72% La Legión 101 / Chapter 43: En Busca De Ti

章節 43: En Busca De Ti

El ambiente estaba cargado de tensión y expectativa mientras Rayber organizaba las tres fuerzas diferentes para la misión crucial que se avecinaba. Cada grupo tenía una función específica y vital en el esfuerzo por encontrar a Junior y garantizar la seguridad de la Legión.

Equipo de Ataque:

Rayber lideraba el equipo de ataque, que incluía a Axel, Sara, Moreno, Kellah y dos nuevos reclutas que habían pasado su entrenamiento para convertirse en comandantes. Elaine, con su asombrosa habilidad de puntería mejorada, y Alex, conocido por su increíble velocidad, eran los novatos destacados. Estos "héroes del mundo" estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara. El equipo se preparaba para avanzar hacia la ubicación del transmisor de Junior, la cual había sido detectada débilmente.

Equipo de Ayuda:

Arlan, a pesar de estar herido, lideraba el equipo de ayuda, compuesto por 100 soldados. Entre ellos estaba Marcus, quien, aunque mal herido, era un miembro valioso del equipo. Este grupo debía estar preparado para apoyar a los otros equipos en caso de que la situación se volviera complicada.

Equipo de Reserva:

Finalmente, el equipo de reserva, encabezado por Elara, estaba compuesto por todos los soldados disponibles en ese momento. El mayor de ellos, Frank, se unió al equipo de reserva para proporcionar su fuerza y experiencia en caso de un segundo ataque. Este grupo se quedaría en la base, listo para reaccionar ante cualquier emergencia.

 

Pausa Explicativa:

En el mundo de la Legión, cada personal de alto rango tiene un transmisor que emite una señal de ubicación en tiempo real. Este dispositivo es esencial para coordinar las operaciones y localizar a los miembros del equipo durante las misiones. La señal del transmisor de Junior había sido detectada débilmente, lo que indicaba que estaba en un lugar comprometido y que su situación era crítica.

 

Continuación:

Sara se subió al caballo con Kellah, quien, visiblemente avergonzado, le preguntó:

—¿Qué haces, Sara?

Sara, con una sonrisa, respondió:

—¿Cómo quieres que vea la ubicación de Junior mientras también controlo el caballo?

Axel, que estaba escuchando, comentó con un tono sarcástico:

—No necesitas estar siempre mirando, ¿verdad?

Sara lo miró con una ceja levantada, y Axel se quedó en silencio, claramente incómodo con la situación. Parecía que había un plan en marcha y que Axel se estaba quedando atrás en la conversación.

Después de este evento cómico, Rayber se acercó a Elara para darle un abrazo antes de partir. El abrazo fue cálido y reconfortante, pero Rayber, en su confusión y agotamiento, deslizó las manos hacia el trasero de Elara, pensando que estaba abrazando a Aurora. Elara, sorprendida, le preguntó:

—¿Qué estás haciendo?

Rayber, rojo de vergüenza, se disculpó sinceramente:

—Lo siento mucho, Elara. No fue mi intención. Me equivoqué, estoy tan cansado…

Elara, un poco confundida, aceptó la disculpa y lo alentó a que se concentrara en la misión.

Con el momento incómodo detrás, Rayber se unió a Axel, quien estaba reflexionando sobre los romances en el equipo. Axel comentó, medio en broma:

—Parece que todos en el equipo tienen algún tipo de relación platónica. Yo aún no he encontrado a nadie especial.

Moreno, siempre con un comentario sarcástico, respondió:

—Tranquilo, Axel. Nosotros terminaremos con las mejores mujeres, créeme.

Mientras tanto, Elaine y Alex, quienes estaban trabajando juntos en el equipo de ataque, tuvieron una conversación incómoda. Elaine, claramente molesta, dijo:

—¿Por qué me tocó estar contigo?

Alex, con una actitud despreocupada, respondió:

—¿Quién sabe? Tal vez estemos destinados a estar juntos.

Elaine, furiosa por la insinuación, le lanzó un fuerte puñetazo a Alex, dejándolo arrepentido y frotándose la mandíbula.

Alex, con una expresión dolorida, se quejó:

—¡Oye! Solo estaba bromeando.

Elaine, aún molesta, se alejó, mientras Alex se preguntaba si había ido demasiado lejos.

El equipo estaba listo, pero la misión que se avecinaba era peligrosa. Con las tensiones y las dinámicas personales entrelazadas, cada miembro debía concentrarse en la tarea en mano y enfrentar los desafíos que les esperaban. El destino de Junior y la seguridad de la Legión estaban en juego, y cada decisión contaría en la próxima fase de esta épica aventura.

Frizt condujo a Junior hacia el oscuro salón donde Manuel esperaba, envuelto en una neblina inquietante que lo hacía parecer más una pesadilla que un ser humano. Su figura, grotescamente mutada por las oscuras energías que lo habían consumido, irradiaba poder y locura. Manuel, quien alguna vez había sido un líder carismático, ahora tenía los ojos inyectados de sangre y una sonrisa torcida, como la de un verdadero psicópata.

—Oh, mi querida majestad —dijo Frizt, inclinándose con una reverencia burlona mientras sostenía a Junior por los grilletes—. Aquí está, el catalizador de nuestra victoria. De esta forma derrotaremos a la Legión.

Manuel, al ver a Junior, dejó escapar una carcajada baja y espeluznante, su voz rasposa y distorsionada por sus mutaciones. Se acercó lentamente, sus dedos afilados rozando el aire, y sin previo aviso, tomó a Junior de la cabeza, levantándolo como si fuera un juguete. La mirada de Manuel era fría, despiadada.

—Dime, Frizt —empezó Manuel, en un tono amenazante que enviaba escalofríos a todos los presentes—, ¿realmente lo necesitamos?

Junior, aunque estaba debilitado por las cadenas que lo ataban y las heridas que ya llevaba, sentía el peso de las palabras de Manuel. La fuerza de su enemigo era abrumadora, pero su voluntad no se quebraría tan fácilmente. Frizt, en cambio, se mantuvo sereno, calculador, como siempre.

—Claro que lo necesitamos, mi majestad —respondió Frizt con una sonrisa astuta—. Él será el detonante que hará que Rayber pierda la cabeza, tal como predije. Ya deben haberse dado cuenta de la trampa que les tendimos. Vendrán en camino, y cuando lleguen, los asesinaremos a todos frente a sus ojos.

Manuel sonrió de manera aún más perturbadora, sus ojos brillando con un resplandor demencial mientras miraba a Junior. Su mano apretaba el cráneo del joven con creciente fuerza, como si disfrutara el dolor que le infligía.

—Dime, niño —susurró Manuel con una voz cargada de malicia—, ¿qué crees que hiciste mal para terminar aquí?

Junior, con las manos encadenadas, sintió el frío de la desesperación mientras Manuel lo torturaba con su mirada. Sin embargo, en ese momento de vulnerabilidad, Junior activó su transmisor en silencio, sabiendo que la Legión recibiría su señal. No podía dejar que la desesperación lo consumiera.

Con una voz firme, pese al dolor, Junior respondió:

—Si quieres, me puedo pudrir contigo.

El comentario fue un desafío directo. En cuanto las palabras salieron de la boca de Junior, Manuel reaccionó de inmediato. Con un grito de ira, lo golpeó con una fuerza descomunal, rompiendo gran parte de la armadura de Junior, que salió disparado contra la pared, dejando un rastro de sangre en su camino.

Frizt, viendo la brutalidad del ataque, dio un paso adelante, levantando las manos para calmar a Manuel.

—Majestad, por favor —dijo con urgencia—. Todavía lo necesitamos... ¡No ahora! Si lo matas ahora, toda la trampa se desmoronará. Debemos esperar. El sufrimiento de Rayber será mayor si lo dejamos vivir... por ahora.

Manuel, respirando con dificultad y todavía vibrando con la rabia, mantuvo su mirada sobre el cuerpo maltrecho de Junior, su mente debatiéndose entre su instinto asesino y la fría estrategia que le proponía Frizt. La habitación estaba cargada de tensión, el aire pesado con la energía oscura de Manuel.

Finalmente, Manuel soltó un largo suspiro, levantando una mano para detenerse.

—Por ahora... —dijo, su voz aún cargada de ira contenida—. Pero si Rayber no llega a tiempo, este pequeño no verá la luz de otro día.

Frizt asintió, satisfecho de haber evitado la muerte prematura de Junior, aunque sabía que el joven guerrero seguía en una situación crítica. Sin embargo, la activación del transmisor por parte de Junior lo había cambiado todo, y si Rayber y el equipo lograban seguir la señal, una confrontación final estaba en el horizonte.

Mientras tanto, Junior, aunque herido y maltratado, no se quebraría tan fácilmente. Sabía que sus compañeros vendrían, y que la batalla que se avecinaba definiría el destino de todos.

La Legión se había dividido en dos grupos para abarcar más terreno. El equipo de ayuda, liderado por Arlan y con Marcus a la cabeza, vigilaba los alrededores en busca de cualquier señal de peligro, mientras que el escuadrón principal, encabezado por Rayber, comenzaba su búsqueda en el campo de batalla donde todo había empezado.

El aire estaba cargado de tensión. Las marcas de la reciente batalla aún estaban presentes en el lugar: el suelo destruido, las rocas partidas, y el eco de los gritos de aquellos que cayeron resonaban en sus mentes. Axel caminaba en silencio, su mirada fija en cada detalle, buscando algo, cualquier cosa, que pudiera darles una pista sobre el paradero de Junior.

—Oye, Rayber —dijo Axel de repente, inclinándose hacia el suelo donde una pequeña pero intensa aura morada flotaba en el aire—. ¿Esto es lo que estamos buscando?

Rayber y los demás se giraron hacia él, observando la pequeña neblina oscura que parecía palpitar con vida propia. La energía era inusual, densa, y perturbaba la atmósfera con su sola presencia. Moreno, que siempre intentaba aligerar el ambiente con su sarcasmo, intervino.

—¿Tal vez necesitamos magia para esto, no? —dijo, riendo mientras miraba a Axel.

—Sí, claro, saca tu magia imaginaria —respondió Axel sin perder la compostura, su tono completamente serio.

Moreno sonrió, pero antes de que pudiera continuar con su burla, Elaine y Alex, que estaban explorando cerca, se unieron a la conversación.

—Ya sabes, tal vez no deberías provocar tanto a Elaine —intervino Axel, intentando ocultar su sonrisa mientras se acercaba a Sara—. ¿Y tú, Sara? ¿Alguna idea brillante sobre lo que hacemos aquí?

Sara, que observaba la situación en silencio, levantó una ceja y le lanzó una mirada divertida a Axel.

—Bueno, aparte de dejar que los chicos se golpeen entre ellos, supongo que deberíamos seguir buscando rastros de magia oscura. Quizá Moreno tenga razón por una vez. Aunque lo de la magia imaginaria sigue siendo una tontería.

—Vaya, gracias por la confianza —respondió Moreno, haciendo una mueca—. Pero, ¿quién sabe? Tal vez me sorprendo a mí mismo y saco algo espectacular.

Mientras tanto, Rayber se había quedado apartado del grupo, observando con atención cada rincón del campo de batalla. No hablaba mucho, su mente estaba inmersa en pensamientos profundos, tratando de hacer sentido de la situación. Su mirada vagaba entre el horizonte y las marcas en el suelo, intentando unir las piezas del rompecabezas.

Fue entonces cuando, en el rabillo del ojo, Rayber vio algo extraño. Algo diferente. Un destello, una figura que no debería estar ahí. Un portal, apenas visible, como si su percepción lo estuviera construyendo en ese mismo instante.

—Oigan, chicos... ¿lo pueden ver? —preguntó Rayber, su voz tensa mientras señalaba hacia el destello.

El grupo se detuvo, todos girándose hacia donde él apuntaba. Axel, siempre listo con un comentario, levantó una ceja.

—¿Estás seguro de que no te estás volviendo loco, Rayber? —dijo, su tono medio en broma, medio en serio—. Tal vez aquí ya no queda nada.

Rayber no respondió inmediatamente. Su respiración se volvió pesada, y antes de que pudiera darse cuenta, sus manos hicieron un gesto involuntario. Un vórtice, pequeño al principio, comenzó a abrirse frente a él, emanando la misma energía morada que Axel había encontrado antes.

Los demás miraron el portal, asombrados, y Axel fue el primero en romper el silencio.

—¿Qué diablos...? ¿Cómo lo hiciste?

Rayber no supo qué responder. Él tampoco entendía cómo había abierto el portal. Era como si algo más hubiera tomado control, como si una fuerza invisible hubiera guiado sus movimientos.

—No lo sé... —murmuró, su voz temblorosa. El peso de la situación lo golpeaba de repente—. No sé cómo lo hice.

Moreno, que estaba a su lado, se inclinó hacia el portal, inspeccionándolo con cuidado.

—No parece exactamente seguro, pero si Junior está ahí dentro...

—No tenemos otra opción —interrumpió Sara, su mirada determinada mientras se preparaba para lo que venía.

El equipo se quedó en silencio, observando el portal con una mezcla de miedo y esperanza. Si Junior estaba dentro de ese oscuro vórtice, entonces este era el momento de rescatarlo. Pero también sabían que al cruzar esa puerta, no habría vuelta atrás.

Rayber dio un paso adelante, su mente revuelta por los recuerdos de todo lo que había vivido con Junior. Con un último vistazo al grupo, asintió.

—Vamos —dijo, su voz llena de resolución—. Vamos a traerlo de vuelta.

Y con eso, el equipo de ataque de la Legión se adentró en lo desconocido, siguiendo el rastro de Junior en lo profundo de las tinieblas del portal que Rayber había abierto sin querer.


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