La devastadora batalla entre Noxus e Ionia había dejado a los noxianos en una posición crítica frente a Demacia. A pesar de su resistencia feroz, las fuerzas de Noxus estaban debilitadas. Quetzulkan, junto con los refuerzos de Ionia, decidió ahora apoyar a Demacia en su lucha contra el imperio de Noxus. Con la ayuda de Zoe y sus portales mágicos, las tropas ionianas fueron transportadas rápidamente al campo de batalla demaciano, donde la guerra continuaba.
La llegada de los refuerzos de Ionia revitalizó a los demacianos. Con la moral por las nubes, las fuerzas combinadas de Demacia e Ionia comenzaron a ganar terreno rápidamente contra los desordenados ejércitos de Noxus. La disciplina de los soldados noxianos se desmoronaba bajo la presión constante de los ataques coordinados y la ofensiva implacable de sus enemigos. La marea de la guerra había cambiado drásticamente, y las legiones de Noxus sufrían pérdidas significativas.
Demacia, con su legendaria valentía y el apoyo crucial de los guerreros de Ionia, avanzó inexorablemente, empujando a los noxianos hacia sus propias fronteras. Las batallas eran intensas y sangrientas, pero la superioridad numérica y moral de los aliados era evidente. Las bajas eran numerosas en ambos bandos, pero la mayoría de los muertos eran noxianos. La situación de Noxus empeoraba con cada día que pasaba.
La noticia de un golpe de estado en Noxus se filtró hasta el campo de batalla, dejando claro que la situación interna del imperio se estaba desmoronando. Este desorden interno debilitó aún más la capacidad de Noxus para resistir la invasión. Swain, el astuto general, se había cansado de ver cómo Noxus se convertía en el perdedor de la contienda y decidió adelantar su plan para derrocar a Boram Darkwill. Con una precisión calculada, Swain y sus aliados, incluyendo a Darius, Draven, la enigmática Leblanc y el poder de la Rosa Negra, llevaron a cabo un golpe de estado exitoso.
El golpe fue contundente y efectivo. Swain se coronó como el nuevo líder de Noxus, estabilizando rápidamente el imperio. Sin embargo, el plan inicial de Noxus de conquistar Ionia y Demacia había fracasado estrepitosamente. Ahora, Swain se enfrentaba a una decisión crucial: intentar resistir hasta el final o aceptar la rendición para preservar lo que quedaba de su reino.
Después de una profunda reflexión y deliberación, Swain decidió rendirse. Esta decisión, aunque dolorosa y deshonrosa para él, era la única manera de asegurar la supervivencia de Noxus. Con la rendición en curso, la guerra finalmente parecía llegar a su fin. Demacia e Ionia habían salido victoriosos, y lo que siguió fue un periodo de posguerra lleno de incertidumbre y negociaciones.
Con la rendición formal de Noxus, los gobernantes y líderes de los tres reinos se reunieron para negociar un tratado de paz. El tratado establecía los términos de la rendición y las condiciones para una paz duradera. A pesar de las tensiones y resentimientos, los líderes entendieron que una lucha hasta el exterminio no beneficiaría a nadie. Demacia e Ionia no querían ver a Noxus destruido completamente, y Noxus, bajo el liderazgo de Swain, necesitaba tiempo para recuperarse y reconstruirse.
El tratado de paz fue firmado, marcando el fin oficial de la guerra. No todos en Noxus estaban contentos con la rendición y el tratado. Algunos nobles y oficiales militares veían la paz como una traición a la grandeza de Noxus. Sin embargo, cualquier intento de resistencia interna fue rápidamente silenciado por la Rosa Negra y Swain. La prioridad era la estabilidad y la recuperación, y Swain estaba decidido a mantener el control a cualquier costo.
En el periodo de posguerra, se llevaron a cabo numerosas reformas en Noxus bajo el liderazgo de Swain. El imperio comenzó a reconstruirse, aprendiendo de sus errores y fortaleciendo sus defensas internas. Swain, junto con sus aliados, trabajó incansablemente para restaurar el orgullo y la fortaleza de Noxus, sin olvidar la lección dolorosa que la guerra les había enseñado.
Demacia e Ionia, por su parte, también tuvieron que adaptarse a la nueva realidad. La guerra había fortalecido su alianza, y ahora trabajaban juntos para asegurar una paz duradera en Valoran. Quetzulkan, siendo un héroe clave en la lucha, se convirtió en un símbolo de unidad y fortaleza, sus hazañas y coraje resonando a través de ambas naciones.
La posguerra no fue fácil para ninguna de las naciones involucradas. Hubo heridas profundas que sanar, tanto físicas como emocionales. Familias enteras habían sido devastadas por el conflicto, y la reconstrucción tomó tiempo y esfuerzo. Pero con el tratado de paz en vigor, y la colaboración entre Demacia e Ionia, el continente de Valoran comenzó a ver una nueva era de cooperación y reconstrucción.
Los días de guerra y conflicto dejaron una marca indeleble en la historia de Valoran. La memoria de aquellos que cayeron en batalla fue honrada, y las lecciones aprendidas de la guerra se convirtieron en pilares fundamentales para evitar futuros conflictos. La esperanza de una paz duradera creció en los corazones de las personas, y aunque el camino hacia la verdadera reconciliación sería largo, los cimientos para un futuro mejor ya estaban establecidos.
En Noxus, Swain y la Rosa Negra vigilaban de cerca cualquier signo de disidencia, trabajando para mantener la unidad y fortalecer su nación. Demacia e Ionia, por su parte, seguían forjando una alianza más fuerte, entendiendo que solo juntos podían asegurar la paz y prosperidad de sus tierras.
Así, el continente de Valoran entró en una nueva era, una era nacida del fuego y el acero de la guerra, pero templada con el deseo de paz y cooperación. Las cicatrices de la batalla se desvanecieron con el tiempo, y las naciones, aunque siempre vigilantes, comenzaron a construir un futuro más brillante y unido.
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Los meses que siguieron a la firma del tratado de paz entre Demacia, Ionia y Noxus trajeron una tranquilidad sin precedentes al continente de Valoran. Los reinos de Demacia y Noxus, antes enemigos acérrimos, comenzaron a dejar de lado sus diferencias y a establecer relaciones comerciales beneficiosas para ambos. La vida de los habitantes de Noxus, que había sido dura y marcada por la constante guerra, empezó a mejorar. Las políticas de Swain se centraron en revitalizar la economía interna y en asegurar el bienestar de los ciudadanos, alejándose de la política de mera conquista que había dominado en el pasado.
La guerra, que inicialmente tenía como objetivo proporcionar mejores tierras y recursos para el pueblo de Noxus, se había transformado en una campaña de expansión insaciable. Con la llegada de la paz, Noxus volvió a poner el bienestar de su gente en el centro de sus prioridades. Las mejoras en la calidad de vida fueron evidentes, y la colaboración con Demacia permitió que ambos reinos se beneficiaran mutuamente de sus fortalezas económicas y culturales.
Mientras tanto, algunas entidades y personajes notables en Valoran tomaron diferentes caminos. Vladimir, el vampírico aristócrata de Noxus, optó por mantenerse al margen de los asuntos políticos siempre y cuando Noxus no estuviera en peligro de destrucción total. Retirado en sus aposentos, continuó disfrutando de su existencia solitaria, deleitándose en su propia forma de paz.
En Demacia, Poppy, que durante mucho tiempo había ocultado su identidad como yordle, decidió finalmente revelarla. Con Demacia abandonando su odio hacia los magos, Poppy se sintió libre para mostrar su verdadera forma. Continuó su búsqueda del héroe destinado a portar su martillo, una misión que ella creía firmemente que era su propósito en la vida.
Por otro lado, Kled, un yordle noxiano legendario por sus hazañas en la guerra, se encontró desmotivado en tiempos de paz. Sin batallas que librar, se retiró a la frontera entre Noxus y Demacia, viviendo una existencia errante y solitaria, perdido en sus recuerdos y sin un claro propósito.
La vida cotidiana en Valoran continuó su curso. En Demacia, el rey abdicó en favor de su hijo, el príncipe Jarvan, marcando el comienzo de una nueva era. Jarvan IV, con su liderazgo fuerte y justo, prometió mantener la paz y prosperidad alcanzadas, guiando a Demacia hacia un futuro de estabilidad y crecimiento.
Mientras tanto, Quetzulkan y Zoe planeaban reanudar su viaje por Runaterra. Habían soñado con visitar Shurima y otras regiones que aún no conocían. Sin embargo, un mensaje de las estrellas cambió sus planes. Zoe, el Aspecto del Crepúsculo, recibió una llamada para retomar sus responsabilidades cósmicas. La noticia llenó su corazón de tristeza y melancolía, pues debía despedirse de Quetzulkan, su amado compañero.
Quetzulkan, aunque consciente de la inevitabilidad de la situación, compartió la tristeza de Zoe. Sabía que Zoe no podía renunciar a su deber, pero eso no hacía la despedida menos dolorosa. Pasaron una última noche juntos, llena de pasión y amor, conscientes de que pasarían mucho tiempo separados. A la mañana siguiente, Zoe le prometió a Quetzulkan que volvería en un abrir y cerrar de ojos, aunque eso significara varios años.
"Volveré con recuerdos maravillosos, y te contaré todas mis aventuras," dijo Zoe con una sonrisa melancólica. "Y tú, Quetzulkan, debes explorar el mundo sin aburrirte mientras me esperas."
Quetzulkan, un vastaya destinado a vivir mucho tiempo, aceptó con una sonrisa. "Te esperaré, Zoe. Y cuando nos reencontremos, compartiremos nuestras historias y aventuras. Prometo no aburrirme, pero tampoco me alejaré demasiado."
Con esas palabras, Zoe desapareció en un portal, dejando atrás la casa que compartía con Quetzulkan. La ausencia de Zoe se sintió profundamente, pero Quetzulkan se aferró a los recuerdos y la promesa de su regreso.
Al día siguiente, Quetzulkan anunció a sus amigos y conocidos que partiría en un viaje mientras esperaba el regreso de Zoe. La noticia sorprendió a muchos, incluyendo a Lux y Sona, quienes desconocían el verdadero motivo de la partida de Zoe. Aun así, aceptaron la decisión de Quetzulkan y le desearon buena suerte en su viaje.
Lux, con su carácter brillante y esperanzado, le dio un abrazo cálido. "Sé que volverás con muchas historias nuevas. Ten cuidado y disfruta de tus aventuras."
Sona, con su serenidad habitual, sonrió y le deseó lo mejor en su viaje. Aunque no podía hablar, su música transmitió sus buenos deseos y la esperanza de un reencuentro futuro.
Con el apoyo de sus amigos y la promesa de Zoe, Quetzulkan comenzó su viaje por Runaterra. La paz y la prosperidad que ahora reinaban en Valoran le daban la oportunidad de explorar nuevas tierras y culturas sin el constante temor de la guerra. Mientras viajaba, se encontró con diversas maravillas y desafíos, siempre llevando en su corazón la esperanza del reencuentro con Zoe.
En cada lugar que visitaba, Quetzulkan aprendía algo nuevo, haciendo amigos y fortaleciendo los lazos entre los diferentes pueblos de demacia y noxus. Su presencia y sus acciones ayudaban a consolidar la paz que tanto costó alcanzar, convirtiéndose en un símbolo de unión y cooperación entre los pueblos de Valoran.
El viaje de Quetzulkan no solo era una búsqueda personal, sino también una misión de paz. En cada paso, honraba la promesa hecha a Zoe, llevando consigo la luz del crepúsculo y la esperanza de un futuro mejor para todos. Y aunque el camino estaba lleno de desafíos y sorpresas, Quetzulkan sabía que cada día lo acercaba un poco más al momento en que Zoe volvería, y juntos compartirían las historias de sus aventuras y el amor que los unía.
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Después de la despedida de Zoe, Quetzulkan emprendió un viaje por Runaterra que lo llevó a las frías y salvajes tierras de Freljord. Al llegar, se reencontró con Braum, el amable y robusto defensor de la región. Pasaron una noche acampando juntos, compartiendo historias y creencias. Braum, siempre el contador de historias, relató leyendas de Freljord, y Quetzulkan escuchó atentamente, fascinado por la rica cultura y las tradiciones del lugar.
Continuando su camino, Quetzulkan llegó a la aldea donde vivían Ashe y Tryndamere. Los líderes del Avarosan lo recibieron calurosamente y preguntaron por Zoe. Quetzulkan les explicó brevemente que Zoe había ido a cumplir con su deber como Aspecto del Crepúsculo. Después de una corta pero amigable conversación, se despidieron y Quetzulkan siguió su viaje, vagando sin rumbo fijo por Freljord.
Durante su travesía, se encontró con un grupo de trolls liderados por Trundle, un troll más inteligente que la mayoría de su especie. Trundle, viendo a Quetzulkan como un invasor, lo enfrentó en combate. A pesar de dominar la batalla, Quetzulkan evitó maltratar a Trundle, ganándose así su respeto. Rápidamente, Quetzulkan y Trundle forjaron una amistad, compartiendo conocimientos y experiencias a lo largo de sus encuentros.
En otro punto de su viaje, Quetzulkan se topó con Nunu y su compañero yeti, Willump. Willump, a pesar de las historias aterradoras sobre los yetis, resultó ser una criatura amable y protectora. Nunu le contó a Quetzulkan sobre su búsqueda de su madre, y aunque Quetzulkan no entendía todos los detalles, respetó la misión del joven niño y continuó su propio viaje.
Un día, Quetzulkan se perdió y terminó en lo que parecía ser un volcán dormido. Explorando una cueva cercana, se encontró con Ornn, el dios forjador de Freljord. Ornn, aunque desinteresado al principio, notó la habilidad de Quetzulkan para soportar el calor extremo de la forja. Intrigado, decidió ponerlo a prueba con temperaturas aún más intensas. Aunque al principio Quetzulkan comenzó a quemarse, su cuerpo se adaptó rápidamente, desarrollando una resistencia increíble al calor. Esta capacidad sorprendió a Ornn, quien veía a pocos capaces de soportar el entorno de su forja.
Quetzulkan, fascinado por la habilidad de Ornn para forjar artefactos, le pidió que le hiciera un arma. Ornn se negó rotundamente, diciendo que no forjaba armas para otros. Sin embargo, después de semanas de insistencia, Quetzulkan cambió de táctica y pidió aprender el arte de la herrería. Ornn, aunque inicialmente reticente, aceptó con la condición de que Quetzulkan prometiera no usar sus conocimientos para el mal. El juramento fue tan poderoso que hizo temblar el volcán.
Durante el aprendizaje, Quetzulkan demostró una habilidad innata para la forja, creando armas y artilugios nunca antes vistos en Runaterra. Este conocimiento innato sorprendió tanto a Quetzulkan como a Ornn. Después de muchas discusiones y reflexiones, llegaron a la conclusión de que algún dios estelar había bendecido a Quetzulkan con el don del conocimiento.
Un día, mientras Ornn y Quetzulkan trabajaban en la forja, una visitante inesperada llegó: Aurora, una vastaya en busca de ayuda para su compañero, una bestia parecida a un reno llamada "Amigo". Aurora, con una energía inagotable, exploró el lugar como si fuera su casa, ordenando y reorganizando todo a su paso. Ornn, normalmente receloso de los extraños, permitió a Aurora moverse libremente por la forja, lo cual sorprendió a Quetzulkan.
Quetzulkan le preguntó a Ornn por qué le permitía a Aurora tal libertad mientras que a él lo había recibido con desdén. Ornn, fiel a su naturaleza lacónica, simplemente resopló y continuó con sus asuntos. Aunque no hablaba mucho, Ornn y Quetzulkan habían desarrollado una relación basada en el respeto mutuo y la comprensión silenciosa.
Con el tiempo, Aurora se familiarizó con la forja y con Quetzulkan, mostrando un interés genuino en los artefactos que él creaba. Un día, mientras Quetzulkan descansaba con algunos poros cerca de la forja, Ornn se acercó con Aurora detrás de él y comenzó a forjar algo. Quetzulkan, sorprendido, observó a Ornn crear una varita para Aurora, un acto que contrastaba con su negativa a hacerle un arma a él.
Quetzulkan no pudo contener su asombro y expresó su desconcierto. "Nunca quisiste hacerme un arma, y aquí estás haciendo una varita para una recién llegada," le dijo a Ornn.
Ornn, con su típico resoplido, echó a Quetzulkan de la forja. Al cabo de unos momentos, la puerta se abrió, revelando a Aurora con su nueva varita y a Ornn volviendo a su lugar de descanso. Quetzulkan, aún intrigado, intentó nuevamente persuadir a Ornn para que le forjara un arma, pero Ornn se mantuvo firme en su negativa.
Aurora, agradecida, practicaba con su varita mientras Quetzulkan continuaba con sus propias creaciones y descansaba con los poros. Finalmente, Aurora anunció que debía seguir su viaje, pero prometió regresar a visitar a sus nuevos amigos, Quetzulkan y Ornn.
Quetzulkan y Ornn se despidieron de Aurora, y fue entonces cuando Ornn le preguntó a Quetzulkan cuándo planeaba irse. Quetzulkan, sorprendido, respondió que solo había estado allí unas semanas. Ornn, con una expresión de aburrimiento, le reveló que habían pasado al menos tres o cuatro años.
Atónito, Quetzulkan rápidamente reunió sus pertenencias y salió de la forja, gritando en despedida que volvería a visitar a Ornn en el futuro. Ornn, fiel a su naturaleza, respondió con un leve murmullo, esperando en silencio su regreso a la solitaria forja.
Con un nuevo propósito y el corazón lleno de memorias de Freljord, Quetzulkan se adentró nuevamente en el vasto mundo de Runaterra, listo para enfrentar nuevos desafíos y aventuras mientras aguardaba el día en que Zoe regresara a su lado