La habitación quedó en silencio, el peso de las palabras de Gracia colgando pesadamente en el aire se hundía en sus mentes. Kate no tenía derecho a apuntar acusadoramente a sí misma y a su sobrina por algo que no hicieron.
El rostro de Kate se volvió pálido, su enojo dando paso a un destello de pánico. —Yo... Yo.
—¿Qué tú, Kate? —Gracia interrumpió, acercándose a su hermana—. Se suponía que debías estar ahí para él. Lo fallaste, y ahora estás tratando de culparnos para encubrir tu propia negligencia. Anna corrió al lado de su tía para calmarla. Su abuelo no necesitaba escuchar todas estas peleas y disputas de ellas.
Por primera vez, Kate se quedó sin palabras. No tenía nada que decirle a su hermana.
—¿Qué estás insinuando Tía Gracia? —Nari habló por su madre—. No le gustaba cómo las cosas se estaban volviendo en su contra.