Violeta sintió tal alivio al escuchar esas palabras, que, por primera vez, creyó que algo podía volver a ser lo que era.
Si se trataba de su amistad y hermandad con Lance, estaba más que dispuesta a aceptarlo.
Tal vez podrían trabajar en su relación y él podría dejar de tener esas estúpidas ideas de casarse con ella. Podía ser feliz con quien quisiera.
Incluso podría encontrar a su pareja.
Esa idea la entusiasmó mucho.
De repente, se acordó de algo y no podía creer que lo hubiera olvidado mientras hablaba con él.
Violeta sintió que la alegría se desvanecía de su pecho.
Lance era realmente bueno con las palabras y se olvidó por completo de la amenaza que pendía sobre su cabeza.
—¡Espera! —exclamó levantándose de un salto, poniéndose de nuevo a la defensiva.
Lance abrió los ojos ante ella, confundido y asustado.
—¿Qué?
—Yo... ¿Cómo pude olvidarme de esto? Recibí una carta de Arden hace dos días. Y también te vieron por aquí. Eras tú, ¿no?