*Arealla*
El mundo era discordante, después de haber estado en el Sueño Lunar durante tanto tiempo. La Diosa había venido a mí otra vez. Esta vez se había quedado mucho tiempo. Ella no dijo si sobreviviría o no, y no creo que fuera porque no lo sabía. Creo que fue porque ella quería darme la oportunidad de verlo por mí mismo.
Pero ella había respondido a más de unas pocas de mis preguntas. Especialmente aquellos sobre mí y de dónde vengo.
Debería haber ido a la Luna mucho antes.
Pero ahora ella se había ido y yo estaba mirando a la mujer que era mi madre.
Me impulsé hasta sentarme y Marcus me ayudó con cautela. Pero no necesitaba la ayuda. Sabía que me había estado muriendo, que había sido más débil. Pero ahora todo era diferente. Podía sentir la sangre de mi madre corriendo por mis venas. Era como oro líquido, curando y haciendo girar todo en su lugar.