Becca.
Explorar la ciudad fue una experiencia emocionante. Las vistas resultaron más que impresionantes, y las tiendas deslumbraron con su belleza. En todas partes, las personas nos recibieron con una amabilidad sincera. No nos juzgaron en lo más mínimo, y honestamente, fue un alivio para variar.
Desde que llegamos a Nueva Zelanda, he estado reflexionando mucho. Me estaba enamorando de este lugar, de nuestro condominio, del paisaje, y hasta altas horas de la noche, me encontraba en la cama mirando propiedades en venta cerca de aquí.
Una idea comenzó a formarse en mi mente desde el momento en que aterrizamos en Nueva Zelanda. ¿Qué pasaría si considerara mudarme aquí permanentemente? Aunque no estaba segura de los requisitos para obtener una visa y un permiso de residencia, tal vez escapar de Estados Unidos y dejar atrás mi antigua vida, junto con los recuerdos dolorosos que la acompañaban, me ayudaría a seguir adelante.