Becca.
El tiempo parecía haberse ralentizado mientras intentaba procesar los eventos recientes. Me habían entregado un bebé recién nacido y contaba con la ayuda de una niñera, lo cual agradecía profundamente. Pero, a pesar de ello, me sentía sorprendida y confundida.
Mi mundo había dado un vuelco completo y, mientras cruzaba las puertas de entrada de la casa de Allegra, luchaba por comprender cómo superaría todo esto.
—¿Por qué no preparo una taza de té? —Allegra sugirió con gentileza mientras se dirigía hacia la cocina. —Ha sido un día muy agitado, y todos necesitamos un descanso.
Era cierto, necesitábamos un respiro, pero al pensar en el té, las lágrimas llenaron mis ojos una vez más. Esa había sido la última actividad que Tally y yo compartimos antes de que estallara el caos en su casa y ella me fuera arrebatada.