—Eso es asunto mío, no te concierne a ti —replicó Louisa Burley—. ¿Por qué me sigues?
—El acuerdo de dieciséis años ha vencido, la señorita Burley debería acompañarme a la cita —dijo Jeremy Hall, esforzándose por mantener la calma.
—El asunto del arreglo matrimonial no es para que tú decidas, quien quiera casarse, que venga a discutirlo él mismo —dijo Louisa Burley indiferentemente.
Enojo cruzó el rostro de Jeremy Hall.
—Señorita Burley, seguramente no pensará que no me atrevería a hacer un movimiento —dijo él.
—¿Hacer un movimiento? ¿Con quién? —preguntó ella.
Un destello de pánico pasó por los ojos de Louisa Burley, pero rápidamente recuperó la compostura.
—No me importa en quién pienses hacer un movimiento, si te atreves a tocarlos, ¡moriré justo ante tus ojos! —advirtió Louisa, con esto, sacó un pequeño cuchillo de su bolsillo.