Grandox estaba a más de ochenta kilómetros de Ciudad Capital y solía ser un complejo penitenciario.
La leyenda contaba que alguien una vez escapó de la prisión de Grandox, rompiendo a través del suelo de la celda para descubrir una caverna subterránea.
Diez reclusos escaparon a través de la caverna, y cuando los oficiales de prisión los siguieron, ninguno regresó.
Más tarde, las autoridades trasladaron a los presos y al personal de Grandox por su seguridad.
El área se convirtió en un páramo. Inicialmente se planeó transformarlo en una atracción turística, pero un misterioso magnate lo compró como propiedad privada.
William Cole condujo fuera de Ciudad Capital hacia Grandox. Cuando llegó a la desolada prisión de Grandox, Manio ya llevaba un buen rato esperando en las puertas de la prisión. Saludó a William con una sonrisa encantada —Sr. Cole, de veras cumplió su palabra, viniendo aquí solo.
—¿Está emulando al Señor Guan de la historia?