—Justo cuando el pie de William Cole salía de la villa del Patriarca, entró una llamada telefónica. Era del Anciano Harrison.
William contestó el teléfono:
—Hola, maestro.
—Chico, ¿no te secuestró el Patriarca?
—Ya sé lo que pasó. Estás en el lugar del Patriarca, ¿no es así?
—Dale el teléfono. ¡Quiero hablar con él! —La voz del Anciano Harrison era grave.
William soltó una carcajada:
—Gracias, maestro, pero ahora estoy bien. El Patriarca me dejó ir.
—¿Qué? ¿Te dejó ir? —El Anciano Harrison estaba atónito, repitiendo su pregunta—. ¿Qué diablos pasó? ¡Cuéntame!
Cuando William explicó lo que había sucedido, el Anciano Harrison estaba algo confundido:
—Eso no está bien. Dada la personalidad del Patriarca, él no te dejaría ir tan fácilmente.
—Te pidió que lo sanaras, pero esto no puede simplemente abolir los rencores entre tú y el Patriarca.
—En el momento en que supe que el Patriarca te había secuestrado, mi primer pensamiento fue que pretendía matarte.
William rió: