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Pero, como dice el refrán, el placer a menudo conduce al dolor.
Dawn Sutton avanzaba atropelladamente, llevando la ropa nueva que Basil Jaak había traído para ella, tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta a dónde iba.
—¡Cuidado!
—¡Ah! —Con un grito de sorpresa, Dawn Sutton ya estaba cayendo hacia atrás.
Rápido como un látigo, Jaak se lanzó hacia adelante, extendiendo un brazo para atrapar a Dawn Sutton por la cintura, levantándola hacia arriba con una fuerza sin esfuerzo.
Movida por el instinto, Dawn Sutton se lanzó a los brazos de Jaak, agarrándose con fuerza a su cintura, como alguien que se aferra a una tabla de salvación.
Fue un accidente completo, pero aun así envió un escalofrío a través de Jaak. Ese suave y fragante abrazo era como una lluvia inesperada de placer sensual, pero con tanta gente alrededor, no se atrevió a entregarse más. Si perdía el control ahora, no habría forma de salir de esa situación hablando.