Fue la alarma vibrante y escandalosa lo que logró despertarlo, pero cuando recobró el sentido se sintió abrumado ante la luz brillante sobre su rostro y el ruido agudo que retumbaba en sus oídos.
A tientas encontró el teléfono porque no podía abrir los ojos correctamente, pero cuando pudo apagar la alarma suspiró con satisfacción.
...si tan solo la cama no fuera tan cómoda...
"Tal vez me quede dormido en casa de Ángel".
El pensamiento pasó por su cabeza, al igual que varios más, pero su boca hizo un suave gesto de incomodidad cuando recordó haber llegado a su casa la noche anterior.
Borracho a más no poder, pero recuerda haber llegado a su casa.
Esta vez sí abrió los ojos, viendo con atención lo que estuviera en su campo de visión, como por ejemplo la mesita de noche a un lado de la cama, de color blanco y con un cargador desconectado encima suyo. También miró tentativamente el colchón suave y esponjoso debajo de su cuerpo, incorporándose lentamente.
Esta no era su cama y esta en definitiva no era su habitación.
Curiosamente estaba demasiado desorientado para alterarse y su cabeza estaba confusa por imágenes raras. Fue cuestión de tiempo y en pocos minutos parecía que el tiempo volvía a correr como normalmente lo hacía, y en fue en ese momento que una mujer abrió de golpe la puerta.
— ¡Jake, te estoy hablando! Llegaras tarde a este paso-
Aún confundido se sentó sobre la cama, viendo a la mujer alta y vestida de traje caminar a grandes zancadas hacia el armario, sacando lo que parecía un uniforme para tirarlo sobre la cama.
— ¿Qué esperas? Tienes clases, ¡te quedan quince minutos para evitar otra nota de detención! —ella se sacudió su largo cabello azabache hacia atrás y volvió a salir de la habitación.— Caramba, no puedo creer que vayamos tarde- ¡Justo hoy!
El silencio duró unos segundos y su confusión se fue desvaneciendo de a poco. En ese momento se recordó que eran las siete y cuarenta y cinco y tenía clases a las ocho....
Jake tenía clases...
Se apresuró tanto como pudo, entrando al baño para tomar una corta y fugaz ducha, pero deteniéndose abruptamente cuando se encontró con el espejo.
El chico reflejado en el espejo era Jake, pero él no era Jake....
Su nombre era Lucas en lo que recuerda, sin embargo su cabeza estaba llena de recuerdos confusos y el protagonista era Jake....
Aún en su desorden bajó al primer piso después de vestirse, sosteniendo la correa de su mochila y apretando esta como si fuera un desestresante. Solo así lograba mantener la calma.
Samantha salió de la cocina sosteniendo una computadora y un pequeño estuche rectangular.
— Vale, no tardaste tanto —ella lo evaluó de pies a cabeza—. Vamos, tengo prisa. Esto es para ti.
Lucas aceptó el estuche, oliendo el suave olor a tostadas y mantequilla salir por la ranura.
— Es tu desayuno, Jakie. Come en el auto si quieres.
Al escucharla se apresuró a seguirla, y ambos abandonaron la casa.
Lucas se sentó en el asiento del copiloto, viendo a Samantha cerrar la casa antes de rodear el auto para subirse también.
Mientras más lo piensa más incómodo se siente.
Samantha pudo notarlo extraño, puesto que no dijo una sola palabra desde que despertó, y tal vez por eso extendió su mano y tocó su frente tentativamente.
— ¡Hey! ¿Qué estás-... haciendo?
Confundido Lucas miró la mano sobre su rostro antes de girarse hacia la mujer, quien aún miraba el camino y conducía.
— Solo veo si tienes fiebre. Me sorprende que no hayas gritado porque entré a tu cuarto hace un rato — ella volteó momentáneamente hacia Jake por unos segundos, sirviéndole y encogiéndose de hombros—. ¿Te sientes mal? No me habías hablado hasta ahora.
Lucas se encogió levemente en su lugar, sintiendo su estómago revolverse.
— Yo-... Solo no me siento como yo mismo hoy...
Samantha no dijo nada, pero sus ojos azules miraron con cierta preocupación la delgada silueta de su hermano.
El auto se detuvo delante de un instituto, y después de un corto suspiro Lucas abandonó el auto.
"Así que.... devuelta a la escuela..."
Inconcientemente miró a su alrededor un par de veces, viendo a todos los chicos corriendo o riéndose por doquier. Algunas personas solo hablaban y habían pequeños grupos dispersos por todos lados. Era realmente volver a la escuela, puesto que Jake solo tenía 15 años... pero Lucas ya tenía 21.
Su cabeza dolio repentinamente, y su mirada preocupada cayó sobre sus zapatos negros.
Jake Jewel...
Antagónico.
Con un último suspiro dio un paso hacia delante, atravesando el campus ruidoso con peculiar calma.
El timbre sonó poco después y Jake ya se encontraba en su lugar, de vez en cuando viendo su teléfono iluminarse por mensajes o llamadas.
Naturalmente no respondió.
Estos eran los amigos del Jake original.
El profesor llegó después de unos minutos y la mirada sorprendida cayó sobre su cuerpo.
— Vaya, el señor Jake al fin vino a mi clase. Eso en serio me sorprende... —con algo de gracia el profesor dejó su maleta y libro sobre el escritorio, recostandose sobre el mueble y viéndolo fijamente con las manos unidas.
Varias miradas también se deslizaron hacia su lugar, pero él no se movió incluso si escuchaba los susurros a su alrededor.
— ¿Es Jake no?
— Es capitán del equipo de básquetbol, siempre se salta las clases con sus amigos...
— Que raro que viniera hoy....
— Me gustan los chicos malos~
— ¿Se estará acabando el mundo?
— Cállate, te sientas a su lado, ¡te está escuchando seguramente!
— Qué guapo~
— Oí que estuvo en detención el viernes pasado... ¿Tal vez sentó cabeza?
— Basta ya, bajen la voz —el maestro aplaudió varias veces para callar los susurros, pero estos solo disminuyeron un poco.
Aprovechando la oportunidad dijo:— Ya era momento ¿no? — y algo sin ganas Lucas se incorporó para sentarse mejor en el pupitre, viendo al viejo maestro asentir.
— Mientras se tome en serio la clase las puertas siempre están abiertas, Jake. Pero es cierto, ya era momento. El deporte no lo es todo —lentamente el profesor se giró hacia el pizarrón, escribiendo el título de la clase antes de volverse a girar—, y estudiar nunca es una pérdida de tiempo. ¡Todos abran su libro en la página 32!
Los pocos susurros se detuvieron en el momento que el profesor empezó a leer y explicar, y Lucas disfrutó las dos horas que duró la clase de matemáticas hasta que sonó el timbre.
Casi olvidaba como le gustaban las clases, su cuaderno llenos de garabatos y notas demostraba que sí prestó atención, y contrariamente a como era cuando fue en verdad a la escuela siendo Lucas, ahora que volvió a esta época se sentía increíblemente tranquilo.
Disfrutó escribir y transcribir sin preocuparse por trabajar o pagar deudas, pero inevitablemente tendría que enfrentar el desorden de recuerdos vagos, y cuando se sentó en la cafetería varias sombras lo persiguieron.