Extiendo mis manos para que esos sucios semi humanos coloquen un par de grilletes. Pobres ignorantes, no saben que poco sirven sus arcaicos y deficientes métodos de contención contra mí, Amcottes Eveas.
El grupo del héroe camina justo frente a mí. El ejército de los Traza-Caminos ha tenido un desempeño deficiente, derivado del bajo entrenamiento, poco personal y el gran periodo de inactividad que han tenido gracias al cese de actividades.
Por desgracia para el héroe, este es un viaje sin retorno. Haré lo posible para que así sea. Él y Edmund han sido un obstáculo enorme en mi camino para mantener a flote este asqueroso abismo. Estoy cansado de postergar todo por tanto tiempo, es momento de que las cosas terminen aquí y ahora.
Camino con pasos lentos mientras los semi humanos me escoltan. Tengo la fortuna de que la cantidad de caballeros es prácticamente nula, así como de caminar hasta el final. Mmmh, es momento de mi reunión con Ruxel y Sigewinne, no tengo tiempo para las estupideces de estas criaturas tan patéticas e inferiores.
—¿Uh? ¿Qué está…
Silencio las palabras del guardia rompiendo mis grilletes con un solo movimiento y llevando mi mano hacia su cabeza para girarla y fracturar su cráneo.
Una vez me he librado de estas criaturas, regreso sobre mis pasos para llegar hasta las costas del Pozo Negro. Es el punto de reunión donde quedé de encontrarme con mis dos administradores.
Mientras camino por la estrecha y calurosa cueva, pienso en lo peligrosamente cerca que están de la octava capa. Han avanzado mucho, pero no he podido encontrar un mejor momento para asesinar a estos asonianos. El príncipe no es tonto, sé que está comenzando a sospechar de mí junto a esa misteriosa maga silenciosa.
Hay algo en ella que me recuerda al Destello Oscuro, ese patético unicornio que asesiné hace más de treinta cursos abisales. Sé que tenía inteligencia humana, pero no pude comprender la única palabra que me dirigió aquel día. Sé que fue suficientemente lista para crear un Doppelganger, pero ese espécimen nunca fue un obstáculo.
Claro, era el último vestigio de aquel unicornio y por ende el mejor escenario era que acabara igual de muerto que su creadora. Pero yo no iba a mancharme las manos, no tengo tiempo para eso. En su lugar, esperé con paciencia a que alguien fuera capaz de asesinarlo. Agradezco a la princesa Majorie por poner el tablero y escenario perfecto para que el héroe se hiciera cargo.
Por desgracia para mí, descubrí que sobrevivió de alguna manera a mi desinstalación de datos. El treceavo trono despeja toda duda, el Destello Oscuro sigue con vida. Sin embargo, todavía no puedo deducir que esté planeando. ¿Cómo llegó siquiera a mezclarse entre los administradores?
Por supuesto, me tomó todo este viaje darme cuenta de eso. Una simple e inmunda muchachilla que aparece de la nada como una poderosa maga en el equipo del héroe, no me cabe duda. Esa tal Panqueque es el Destello Oscuro. La tengo justo frente a mí, después de tanto tiempo.
Solo espera, voy a asegurarme de crear el mejor escenario para tus más profundas desesperaciones y tu agonizante muerte. Voy a asesinar a todos tus nuevos amiguitos, uno por uno. Te dejaré al final, como el asqueroso caballo inmundo que eres, Panqueque.
Para cuando me doy cuenta, he llegado a la costa del Pozo Negro. El barco de esa semi humana está anclado en la orilla. Me aseguraré de destruirlo tan pronto haya terminado mi charla con Ruxel y Sigewinne. Los semi humanos son tan patéticos como los asonianos, pero el mejor escenario siempre será que no se mezclen ni conozcan.
Camino hasta la orilla del agua, escuchando las olas estamparse entre las rocas y la arena. Carraspeo un poco y a lo lejos veo una luz encenderse en el agua. Con un sonido mecánico, un gran robot de alta tecnología de punta emerge del mar. En el asiento del piloto se encuentra Sigewinne, la onceava administradora.
—¿Dónde está Ruxel?—pregunto tan pronto como ella abre la capsula para hablar.
—Me gustaría saberlo. La última vez que lo vi estaba en éxtasis, lamiendo hasta la última gota de sangre de sus víctimas—responde encogiéndose de hombros.
Pongo especial antención en el ambiente. Hay mucha neblina aquí, por lo que puedo estar seguro que se encuentra en este sitio.
—Deja de jugar, Ruxel. Tenemos asuntos que tratar—digo en voz alta.
Él parece entender, pues toda la neblina se reúne en un solo lugar, justo detrás de mí para materializar su cuerpo.
—Le quitas lo divertido al juego—se queja, lamiendo la sangre de su armadura.
Sigewinne baja de su robot. Ella es una chica de apenas unos doce años, pero su increíble talento para la tecnología y repudio por los asonianos le ganó un puesto entre los administradores. A menudo suele pelear con Mats, otro administrador que tiene la misma edad que Bridget.
Por irónico que suene, el Destello Oscuro tiene más tiempo como Moderadora que la propia Sigewinne.
Ruxel, por otro lado, es un alma muy vieja. Tiene cientos de años como vampiro. Aunque su raza está casi extinta, sus habilidades para el asesinato son merecedoras de un puesto en panteón de los doce administradores.
—El príncipe está muy cerca de la octava capa. Tenemos que matarlo, aquí y ahora. No quiero tener que hacerlo yo con mis propias manos, porque ustedes están aquí para eso—comento.
—Díselo a Ruxel. Solo se la pasa comiendo—se queja Sigewinne.
—Tú, mocosa, solo te la pasas configurando y limpiando tu puto robot. Generación de cristal—ladra Ruxel.
—Basta de tonterías. El grupo del principe no puede pasar de esta capa, ¿quedó claro? Quiero que Ruxel se encargue de eso. Ahora—doy la orden.
Él gruñe pero obedece. Se convierte en una nube de humo y vuela a toda velocidad por la oscura cueva, rumbo a territorio semi humano. Una vez que se ha ido, me acerco a Sigewinne.
—Él debería bastar, pero si por alguna razón llega a fallar, quiero que vayas tú y le pongas el punto final a esta expedición. Eres infalible, no tienen nada que hacer contra ti. Asegúrate de dejar con vida a la nueva maga, quiero darle una agonizante tortura—le indico de la forma más clara posible.
—Je, je, je, es hora de sacar a mi pequeño juguete a pasear—ella pulsa un botón de su control remoto y el robot se mueve.
Sigewinne monta su arma y carga contra la embarcación de la semi humana Rhea, destruyéndola al instante. Con eso será suficiente para aislarlos por completo.
Mientras ella se ocupa de pisotear y convertir en escombros el barco, guio mi mano hacia mi túnica para sacar un dispositivo electrónico táctil. Bridget a veces lo llama "teléfono móvil", lo que sea que signifique eso. Deslizo por la pantalla hasta encontrar a Bridget para llamarla.
—Padre, ¿necesita algo?—responde al otro lado de la línea.
—¿Cómo está todo por allá?—pregunto.
—No hay novedades, padre. La princesa sigue en el castillo. Si es inteligente, se quedará ahí hasta que se anuncie la muerte del héroe—informa Bridget.
—Así se hará, ya me estoy encargando se eso. Gracias por tu participación.
—No es nada, padre. Lo veré pronto.
Bridget cuelga la llamada. Bien, es hora de separarme de la expedición a partir de ahora. Lo único que lamento es no haber traído el anillo para el Destello Oscuro, sería una excelente oportunidad para esclavizarla.
Sea como sea, sus muertes están próximas. El fin de los asonianos está más cerca que nunca.
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