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80.48% Instituto Furry / Chapter 33: Castigo

章節 33: Castigo

Narra Dante

Un nuevo día había comenzado, no había dormido muy bien, no podía dejar de pensar en la llamada que recibí ayer, había sido tan extraño, no comprendía en absoluto el motivo de esa llamada, ¿De qué coño estaba hablando? ¿Desenmascararme? Estaba loco.

Prefiero creer que era una simple llamada de broma, no es como que fuera el primero en recibir una llamada así, tratando de "darme una advertencia", falsa por supuesto, pero aun así, debía andar con cuidado.

Sin perder más tiempo, me alisté para ir al instituto, hoy empezaría el castigo que nos darían por el incidente de la reserva, pero este sería después de clases, así que tendríamos que tomar todas nuestras clases de hoy de forma normal y encima de eso quedarnos a la salida para hacer todavía no sabemos qué.

Llegué ahí en cuestión de minutos, a diferencia de otros días, algunas personas se me quedaron viendo, lo cual me ponía algo nervioso, luego de recibir esa llamada, mi mente comenzó a sobrepensar las cosas y relacionarlo todo con esa jodida llamada.

Cruzando el patio, llegué al edificio, ahí me dirigí a mi salón y me encontré con Anya y Taylor, ambas ya se veían muchísimo mejor, espero el incidente no las haya dañado de alguna forma.

—Hola chicas.

—Hola Dante —saludó Taylor.

—Hola amor —saludó Anya.

Choqué los cinco con Taylor y abracé a Anya para sentarme en el pupitre en medio de las dos.

—¿Qué tal, chicas? ¿Cómo siguieron?

—Pues yo mejor, todo síntoma de la reacción alérgica se fue y ya no tengo ningún malestar, salvo el castigo de esta tarde, todo está bien —comentó Anya.

—Me alegro, preciosa ¿Y tú, Taylor? ¿Tu familia te dijo algo?

—Nah, les valió madres que yo estuviera mal, solo me dijeron que dejara de cagarla haciendo desmadre y esas cosas, esa fue mi madrastra, porque mi padre ni siquiera me dijo nada, es la costumbre —quejó Taylor.

—Mmmm, ya veo, pero bueno ¿Tú estás mejor?

—Si, eso sí, gracias a ti sigo viva, hablé con Rosé y ella está bien igualmente, aunque yo sigo con la incertidumbre de saber quién o qué eres en realidad.

—¿Qué?

—Ah sí, Taylor cree que eres un androide o un mutante —dijo Anya.

—¿Es en serio?

—Muy en serio —avisó Taylor— No voy a despegar mis ojos de ti.

—Oye, oye, cuidado eh, como empieces a hacerle ojitos a mi hombre, tendremos problemas —advirtió Anya.

—Jajaja tranquila hermana, nadie quiere quitarte a tu hombre jajaja, pero debes admitir que sigue siendo raro.

—Verás, Taylor se la pasó diciéndonos a Rosé y a mí que no era normal lo que hiciste en el bosque allá, entonces se la pasó diciéndonos sus teorías conspirativas —explicó Anya.

—No mamen, ni que fuera un fenómeno o algo así.

—Eso es justo lo que diría un fenómeno.

—Ya Taylor, harás que me arrepienta de haber salvado tu peludo trasero.

—Jajaja ya verás, sé que tengo razón, ojo de loca no se equivoca —dijo Taylor mientras señalaba uno de sus ojos.

—Tienes razón en algo, estás loca.

Nuestra plática fue interrumpida por el sonido del timbre, que avisaba del inicio de la primera clase del día.

—Esto no ha acabado.

—Por mi parte, si ha acabado, loquita.

—¡Que no estoy loca!

—Jajaja.

 

 

Las clases habían llegado a su fin, todos los estudiantes se iban felices de por fin volver a sus casas y descansar un poco…excepto nosotros.

Éramos los únicos 4 payasos que todavía tenían que quedarse aquí, a recibir su castigo por lo del campamento, no era suficiente con que tuviéramos que enfrentar a la muerte, sino que debíamos tener un castigo, o al menos esa fue la lógica de los profesores.

Estábamos siguiendo al profesor de gimnasia que era un jaguar, la directora dijo que el castigo duraría 1 mes, aunque si nos portábamos bien cabía la posibilidad de que se redujera a 2 semanas, aun así, era mucho tiempo, mi cordura no duraría tanto.

—Bien, aquí estamos —dijo el jaguar mientras se detenía frente a la entrada del gimnasio de la escuela.

—¿Qué hacemos aquí?

—¿Qué no es obvio? Su labor en este primer día de castigo será limpiar el gimnasio.

—Dígame que está bromeando.

—¿Te parece que bromeo, muchacho?

—No…creo que no.

—Bien, será mejor que empiecen ya, o pasarán toda la noche metidos aquí, y no creo que quieran eso.

—Está en lo correcto —dije de forma sarcástica.

—Todos los utensilios que ocuparán para limpiar ya están ahí, no rompan ni descompongan nada, o su castigo se extenderá, buena suerte, la necesitarán jajaja —y así sin más se fue, dejándonos solos en el gimnasio.

Las chicas y yo nos vimos entre nosotros y suspiramos airadamente, no había de otra, teníamos que limpiar este lugar para irnos a casa.

—Esto es una mierda —dijo Taylor mientras tomaba un trapeador y comenzaba a trapear el suelo del gimnasio.

—Pues es gracias a ti, a ti y a tu incapacidad de obedecer las reglas.

—Jódete.

—Jajaja.

—Oye Taylor… —habló Rosé.

—Dime, pequeña.

—Este lugar me trae recuerdos…

—¿Qué? —dijo Taylor mientras se empezaba a sonrojar.

—T-Tú sabes…buenos recuerdos…de cosas muy…b-buenas —dijo Rosé mientras se ponía roja como tomate.

—N-No sé de qué hablas, linda.

—V-Vamos…me refiero a…

—Ah sí, las clases de Educación Física, sé que las amas, Rosé, pero no creo que tu afición por la actividad y esfuerzo físico sea algo que les importe a nuestros amigos ¿No crees? —dijo Taylor algo nerviosa.

—Ah…s-sí, supongo…

—Genial…pero sí, buenos recuerdos…

—¿Qué les picó a ustedes dos? —preguntó Anya curiosa.

—N-Nada amiga, nada de nada, ya sabes cómo es esta lobita, llena de ocurrencias jajaja —Taylor soltó una risa nerviosa.

—¿Ok?

Desde fuera me mantenía estoico, pero por dentro me estaba carcajeando a más no poder, porque yo SI sabía de qué estaba hablando de Rosé, y ver a Taylor tan nerviosa y apenada no tenía precio jajaja, era mi momento.

—Vamos Taylor, deja que Rosé nos cuente de sus aficiones, nos interesa todo lo que a ella le guste, quiero saber de esos buenos recuerdos en este gimnasio.

—N-No tienen por qué saber.

—Oye, la de los recuerdos es ella, deja que nos lo diga ella, es una lobita grande, sabe hablar sola.

—P-Pues, Taylor y yo estábamos aquí y…por sorpresa, ella…me agarró, me trajo aquí y… —explicó Rosé.

—¿Y?

—Y ella entonces me agarró y…

—¡Le pedí que fuera mi novia! —interrumpió Taylor abruptamente.

—¿QUÉ? —preguntó sorprendida Anya.

Espera, eso no fue lo que pasó, deja de mentir, zorra.

—S-Si, l-le pedí que fuera mi novia, eso.

—P-Pero ¿Cuándo chingados pasó esto? —preguntó Anya.

—Hace como 1 mes o más, no recuerdo bien, pero se lo pedí, sí.

—¿De veras? Parecía que Rosé quería decir algo diferente.

—S-Sí Dante…yo quería….

—No digas mamadas, Dante, claro que era eso lo que Rosé quería decir, no uses tus trucos mentales con ella —quejó Taylor.

—Vale, vale, lo que digas, si no la quieres dejar hablar…

—Eso fue lo que pasó, punto.

—Muchas felicidades, chicas, me alegro por ustedes, la verdad es que se ven lindas juntas —dijo Anya.

—Si, muy lindas, me alegro por ustedes, espero Taylor no abuse de ti, Rosé.

—N-No…ella…me trata bien… —dijo Rosé.

—Obvis, sería incapaz de maltratar a esta cosita tan linda —dijo Taylor mientras acariciaba el pelaje de Rosé.

—Bueno, sigamos con esto, este gimnasio no se limpiará solo —indicó Anya.

—Seguro, vamos chicas, tenemos trabajo por hacer.

La tarde siguió como si nada, luego de esa "sorpresa" tan abrupta, las cosas se mantuvieron en su tono habitual. Pasaron un par de horas hasta que por fin terminamos de limpiar ese cuchitril, ya éramos libres de irnos, dejamos los utensilios donde los encontramos y salimos del gimnasio, dejamos todo cerrado con llave y nos largamos.

Cuando íbamos saliendo del instituto, vimos que había salones con la luz prendida, lo que nos extrañó bastante.

—¿Qué carajos? —dijo Taylor— ¿Todavía hay gente aquí a esta hora?

—¿Serán maestros? —preguntó Anya.

—No creo, mi amor, de ser así se reunirían en el salón de profesores, no en uno de estudiantes.

De repente, la gente comenzó a salir de dichos lugares, de uno salió una cara conocida, era una de las chicas con las que compartí cabaña en el campamento.

—Hey, Helen —saludé.

—¿Ah? —me volteó a ver y me saludó igualmente— Oh, hola Dante.

—No esperaba encontrarte aquí ¿Qué hacías?

—Ah, estaba en mi club de música.

—¿Club de música?

—Si, mi club de música, el instituto ofrece clubes o talleres de varios temas, de cine, de programación, de arte y demás cosas.

—Oh ya, entiendo, no sabía nada respecto a eso jajaja.

—Entonces ¿Estás aquí por tu castigo? —preguntó Helen.

—Sí, así es jaja, si no ya estaría en mi casa tranquilo y cenando.

—Me imagino, pero sí, los clubes son después de clases, a veces hacemos reuniones particulares los fines de semana, pero eso es una vez al mes o cada 2 meses.

—Ya veo, suena interesante, lo tendré en cuenta, muchas gracias Helen.

—Ya sabes, bueno, me tengo que ir, nos vemos —se despidió Helen sonriendo con esos afilados dientes.

—Adiós Helen, cuídate —me despedí de igual forma.

Regresé con Anya y las chicas y les expliqué lo de los clubes.

—Ya veo, pues suena interesante eh, si hay variedad de temas pueden ser divertidos —comentó Anya.

—Aunque bueno, nosotros ya tenemos un club, se llama el club de los castigados —dijo Taylor.

—Si, lástima que no tenemos otro con nosotros, porque seríamos El Club de los Cinco jajaja.

—¿El qué?

—Ya sabes, Taylor, El Club de los Cinco.

—¿Cinco? ¿Cuáles Cinco?

—El Club de los Cinco, The Breakfast Club, la película, no mames.

—Nop, no sé de qué hablas.

—Carajo, en serio te vendría bien ese club de cine, aprenderías algo.


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