—Si fuera solo contigo, sin involucrarte en negocios, sin entender la gestión empresarial, entre tú y Shen Juzhou, serías de hecho más propenso a sufrir una pérdida —admitió el Viejo Maestro Shen sin negarlo.
Xu Rufeng se rió.
La risa estaba llena de ironía.
—Pero Shen Feiwan puede ayudarte —dijo el Viejo Maestro Shen, usando toda su fuerza, haciendo una pausa después de cada palabra.
Xu Rufeng lo miró.
—Shen Feiwan tiene una gran mente empresarial. Con tal de que ella pueda ayudarte, no necesitas tener ninguna preocupación. Shen Juzhou no puede vencerla, y ella incluso puede desarrollar rápidamente el Grupo Shen. No tendrás de qué preocuparte —añadió apresuradamente el Viejo Maestro Shen.
Como si temiera morir antes de terminar de hablar.
Y esto era muy importante.
Con tal de que Shen Feiwan pudiera ayudar a Xu Rufeng.
La familia Shen tendría esperanza.
La risa de Xu Rufeng se volvía más fría: