—Fu Shiyan, no estoy bromeando contigo —dijo Am Son—. Si no sueltas tu arma y vienes, haré que Shen Feiwan muera de una forma muy fea.
Los ojos de Fu Shiyan estaban inyectados en sangre, irradiando un aura intensa de furia.
La sonrisa maníaca de Am Son se volvía aún más loca.
Quería volver locos a todos aquellos que despreciaba.
—Shen Feiwan, ¿sabes cómo murió tu padre biológico? —susurró Am Son al oído de Shen Feiwan.
Shen Feiwan apretó los puños, su cuerpo temblando entero.
Pensaba que la familia Shen era suficientemente repugnante.
No se dio cuenta de que la depravación humana no tenía límite.
—Le daba montones y montones de drogas, de esas que te hacen perder el control al ver a una mujer...
—¡Ayuda, ayuda! —Shen Feiwan no quería escuchar, su cuerpo luchando sin parar.
No podía defenderse en absoluto.
—Pero no le dejé acercarse a ninguna mujer. En cambio, solté muchas perras... —dijo Am Son.