La cara de Yao Lina cambiaba entre el rojo y el pálido.
Al final, no respondió a su colega.
El ascensor estaba bastante silencioso, incluso algo incómodo.
Todos miraban a Yao Lina, sintiéndose incómodos por ella.
Yao Lina no era estúpida, no vendría a la compañía solo para ser humillada. Venía porque se sentía impotente.
Temprano en la mañana, recibió una llamada del departamento de Recursos Humanos, pidiéndole que estuviera en la oficina durante el horario laboral para su procedimiento de renuncia. Le advirtieron que si no lo hacía, ellos no se harían responsables de las complicaciones que podría causar a su renuncia.
Con el temperamento de Yao Lina, nunca se dejaría amenazar por RRHH. Sin embargo, su padre también trabajaba en el Grupo Fu. Al escuchar esto, su padre inmediatamente le pidió que siguiera los requisitos de RRHH. Era evidente que si no cooperaba, su padre también se vería afectado.