Después de que todas las bestias habían sido atendidas y ya no había una amenaza inminente, Nial pasó un tiempo acariciando al grifo sin alas. Los cuatro grifos que lo habían atacado anteriormente ya no le prestaban atención y simplemente se fueron.
Eso era algo que Nila no podía entender bien, pero lo aceptó. Después de todo, era algo positivo si no tenía que preocuparse por cuidar de los cuatro grifos también.
Los cuatro grifos atravesaron el bosque puesto que sus alas estaban heridas y se alejaron de la cercanía de Nial y el grifo sin alas.
—Raro... —fue lo único que pudo pensar cuando desvió su enfoque de nuevo hacia el grifo negro sin alas, al que continuó acariciando.
Lo que Nial no sabía era que el grifo sin alas lo había convertido en su Elegido. Tener un Elegido no era algo que muchos seres tuvieran y la mayoría ni siquiera sabía que algo así existiera o para qué servía, ¡pero los grifos eran uno de esos seres!