En este momento, Aditya se encontraba atrapado en una situación muy difícil y seductora. Por un lado, estaba Lilith, la madre de su futura esposa, Sasha. Pero no era una madre ordinaria; era una antigua Emperatriz Súcubo, una criatura de pura tentación y seducción. Su presencia era un remolino de deseo, arrastrándolo inexorablemente hacia el borde de lo prohibido.
Lilith era la definición misma de seducción, una encarnación de todo lo sexy, caliente, tentador y divinamente provocativo. Su cuerpo era una obra maestra de arte, esculpido a la perfección, cada curva y ángulo diseñados para atrapar la mente de un hombre y encender sus deseos más profundos. Su aura, rica en madurez y conocimiento sensual, irradiaba a su alrededor, envolviéndolo en un capullo de anhelo desenfrenado que era casi imposible de resistir.