Los demonios de rango superior, al ver la repentina aparición del ejército humano por toda la ciudad, lanzaron aullidos penetrantes que resonaron a través de las calles desiertas y se dispersaron para conquistar.
Zalthar, al darse cuenta de que no sería ayudado, decidió usar su furia y se transformó en un tornado de llamas, lo cual hizo que todos los jugadores a su alrededor se alejaran, pero muchos no lograron escapar a tiempo y fueron tragados por la llama más caliente del infierno.
Por su parte, Dathan conjuró un escudo de luz que protegió a muchos del calor abrasador.
Más adelante, Lysan emergió de las sombras, sus afiladas garras listas para desgarrar a uno de los Tanques del Gremio de los Centinelas, pero fue interceptada por Cephal, quien agarró su brazo y apareció una sonrisa.
—¡Eh! Sal de mi camino, llegaré a la capital —dijo Cephal, lo cual hizo que Lysan también sonriera, porque había encontrado a su igual.