La sonrisa de Cephal era más bien un gruñido, llena de dientes afilados y salvajismo. Levantó su enorme mano, sus dedos chasqueando como si no los hubiera movido en días.
En ese momento, Lily Sangrienta supo que no seguirían la idea de Eraskan y tomó firmemente su espada para la pelea. —Adelante, Cephal. Nosotros nos encargaremos de tu retaguardia.
—Como si necesitara cobertura para lidiar con un mero Presagio —respondió Cephal.
Entonces Cephal se lanzó hacia el Presagio. La criatura, aunque no tenía una expresión facial fácilmente identificable, parecía reconocer el desafío y cayó en la acera del otro lado de la calle, mostrando sus garras afiladas. Su postura era imponente, sus músculos tensos, listos para un choque.