—¿Quieres saber quién soy? Soy la que ocupa el séptimo lugar entre los diez obispos del Ojo de Hermodr, y te convertiré en mi nuevo juguete. —Kaizen sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al escuchar las palabras de la niña. Sabía que el Ojo de Hermodr era una organización poderosa, pero nunca había imaginado que tendrían obispos tan poderosos. De hecho, Kaizen incluso los había subestimado debido a que los había logrado vencer una vez, pero esta niña frente a él era diferente de los miembros a los que se había enfrentado en la plaza de la biblioteca aquel día, era cien veces más fuerte que cualquiera de ellos.
—No... me... rendiré —se dijo a sí mismo, luchando contra el impulso de retroceder.