El corazón de Sebastián latía tan rápido fuera de su pecho que incluso un humano promedio sin un sentido del oído especial podría haberlo escuchado desde un metro de distancia.
En aquel momento se estaba moviendo hacia el lado de la facción oscura del campo de batalla y aunque el terreno era el mismo que en la facción de la luz. Con los mismos árboles y las mismas rocas, de alguna manera todo se sentía más siniestro y peligroso una vez que cruzaba la frontera.
Una parte de Sebastián sabía que era todo mayormente psicológico, pero el reglamento del camino del cobarde número #4 decía: "Si tu instinto dice que algo está mal, entonces confía en la maldita cosa y corre".
Como un verdadero creyente del camino del cobarde, Sebastián quería correr por su vida al instante, sin embargo, la misión exigía que no lo hiciera.