—No tener el estado de saciedad de sangre se sentía extraño para Max por alguna razón, pero estaba aliviado de que se hubiera ido —comentó para sí mismo.
Cuando estaba en una batalla, Max siempre estaba consciente de que su saciedad de sangre cayera por debajo del 60% y que su alter ego tomara el control; ahora que la amenaza había desaparecido, se sentía mucho mejor.
Ahora podía luchar a gusto sabiendo muy bien que, si la batalla se alargaba más de lo esperado, podría continuar luchando sin tener que preocuparse por un cambio de personalidad.
—Gracias por toda tu ayuda —dijo Max en voz baja a Rhea, quien miró al chico y rodó los ojos con incredulidad.
Hoy había sido un día extremadamente agotador para ella y el proceso de dragonificación de Max no fue nada menos que un milagro.
Si Max no poseyera una habilidad innata de curación a través de la absorción de sangre, que mantuvo su HP a flote durante su período de sangrado, podría no haber sobrevivido al procedimiento.