Una masiva presión llenó el mundo. Monstruos y humanoides por igual temblaban de miedo debido a esta súbita presencia maligna que parecía estar llena de intención asesina. En las puertas del inframundo, una enorme figura roja y voluminosa de cincuenta pies de altura se arrastró a través de la puerta y se levantó, mirando hacia el cielo —Pensar que el cielo podría ser algo más que gris. ¡Ja! Este mundo será interesante.
—Kronkle, no intentes destruir este mundo, a su majestad no le hará gracia —una joven de unos veinte años de edad con tres cuernos sobresaliendo de su cabeza que estaba rodeada de cabello morado que caía hasta la mitad de su espalda. Sus grandes y abundantes pechos rebotaban ligeramente con cada paso que daba. Sus encantadores ojos morados hacían difícil apartar la mirada de ella. Pero lo que realmente resaltaba en su pequeña cara ovalada era el tercer ojo en el medio de su frente que parecía un rubí. Su ropa negra similar a una túnica fluía como líquido al caminar.