—No pienses en el pasado... Estoy bendecido por tener a esta chica consentida como mi esposa —dijo Rio, besándola en la frente.
Se quedaron en un cálido abrazo mientras Lia se emocionaba al recordar su viaje y cómo se habían vuelto tan cercanos.
Después de un rato, ella se separó de él, dándole un suave beso en la cara antes de bajar de la cama.
Fue a su dormitorio para arreglarse ya que era tarde y todos se habían despertado antes que ella.
Quince minutos después, llegó con Nyla y Helia y todas entraron en el dormitorio.
—Están planeando ir de compras fuera del castillo. ¿Quieres unirte? —dijo Lia, su voz era serena mientras miraba a su amoroso esposo.
—Pensé que no podía ir sin esas lecciones de etiqueta, pero si Nyla va entonces no debería haber problema. Puedo ir —dijo Rio de manera compuesta y dio su consentimiento.