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Rain soltó un suspiro cuando encontró a su padre y a los demás y comenzó a sanarlo. Podía adivinar lo que había ocurrido, ya que ninguno de los que salieron con ellos se había quedado con la gente bestia. No era que no considerara tal posibilidad, pero aún mantenía la esperanza de que no terminara en una pelea.
—Parece que las cosas no salieron como esperábamos —dijo Roan y luego forzó una sonrisa—. No te preocupes, son solo rasguños menores.
—... ¿Qué pasó? —preguntó Rain mostrando una expresión molesta—. Estoy inclinado a creer que la gente bestia también es nuestra enemiga ahora.
—... Bueno, aunque no parecían gustarles nuestro gran amigo y los otros semi-humanos, recibieron de buena gana a aquellos que eran cien por cien gente bestia, pero no permitirían que los mestizos cruzaran las montañas —explicó Roan.