El principio de que un nuevo oficial asertara autoridad parecía aplicarse en ambos planos.
Los comerciantes entregaron el dinero apresuradamente, temerosos de incurrir en el disgusto de Howard.
Siendo nuevo en este mundo, Howard también necesitaba dinero y no rechazó sus ofertas.
Además, no sentía ningún sentido de parentesco con la gente de este mundo.
En sus ojos, no eran diferentes de los monstruos, y era indiferente a su bienestar.
Después de terminar la patrulla, Howard se encontró con casi trescientas monedas de oro en la mano, una cantidad equivalente al ingreso mensual de una persona ordinaria en el Reino Celestial Velado.
Sin embargo, esta suma debía ser compartida con los miembros de su equipo de patrulla.
Aunque el equipo insistió en que Howard se quedara con todo el dinero, citando su primer día de servicio, Howard decidió firmemente compartirlo.