—Tan pronto como el reloj marcó las 10:30 a. m., como de costumbre, el terminal de repente se iluminó con un brillo dorado.
Atticus no perdió tiempo. En cuanto el suelo se iluminó, les dio una rápida asentida a Aurora y a los otros jóvenes de Ravenstein y luego se lanzó hacia la luz dorada, desapareciendo inmediatamente su figura.
Aurora, Lucas e incluso el habitualmente sombrío Nate se miraron entre sí, preguntándose qué le sucedía a Atticus.
—¿Tal vez le gusta mucho la escuela? —comentó Nate en broma.
...
Los ojos de Atticus se abrieron de golpe, su mirada cayó sobre la familiar y prístina sala de teletransporte blanca. No perdió tiempo y comenzó a caminar hacia la salida.
Tan pronto como la puerta se deslizó abierta, la mirada de Atticus cayó instantáneamente sobre la figura lateral de Zoey. A diferencia de la última vez que se vieron, llevaba un vestido morado fluido que le llegaba a las piernas, el cual complementaba perfectamente su cabello púrpura y ojos de amatista.