Todo ocurrió en un segundo.
Todos los Ancianos que farfullaban y abrían sus labios para proferir palabras llenas de amargura y dureza, sin excepción, cayeron al suelo en ese mismo instante.
—AAAAAAAANNNNNNGGGG!!!
Gemieron juntos mientras sus rodillas debilitadas encontraban el camino hacia la superficie sobre la que caminaban. Ya no podían formar palabras coherentes, ni ofrecer ningún gesto de resistencia al hombre que estaba ante ellos.
Una fuerza invisible les hacía someterse; y lo hacían con total satisfacción.
Gratiana, que ya estaba arrodillada, inclinó su cabeza mientras sentía que alcanzaba el placer que antes le había sido negado.
Agradeció a quien benevolente aún estaba a su lado mientras sentía llegar al clímax.
No era la única, sin embargo.