Un ángel. Así era la mejor manera de describir a la persona que estaba viendo en ese momento.
Ella tenía cabello negro largo que contrastaba agudamente con su piel pálida. Sus ojos azules parecían el océano, o quizás el tipo más preciado de zafiro.
Vestía un vestido negro decorado con trazos de bordado azul.
Alrededor de su cuello colgaba un collar precioso, que brillaba con colores que hacían juego con sus ojos como gemas.
Lucía absolutamente majestuosa a medida que se acercaba, aunque su rostro distante la hacía parecer más una estatua esculpida que una presencia amable.
—¿Es ella? No... ¡no puede ser! ¡Es hermosa! —Rey apenas podía reconocer a la chica como la Semielfa que había salvado el otro día.
Seguro que compartían ciertos rasgos, pero esta chica era hermosa, demasiado hermosa.
Era la persona más bonita que había visto jamás.