Cuando Alicia regresó a su cámara, se dio cuenta de que no podría cambiarse de su ropa ahora arruinada, ni mucho menos bañarse, sin encontrar primero a Paulina o a Luciana. No tenía idea de dónde estaban las criadas que generalmente le preparaban el baño, así que las necesitaba para que la ayudaran a llamar a las criadas.
Intentó no preocuparse por las miradas curiosas que recibía de algunas de las criadas y guardias mientras pasaba junto a ellos.
—Mi Señora, ¿qué le pasó? —preguntó Alvin mientras se le acercaba de repente desde la nada, asustándola.
—Estoy bien. No ha pasado nada. ¿Podrías ayudarme a conseguir a la Princesa Luciana? ¿O quizás podrías ayudarme a encontrar a Paulina y venir con ella? —preguntó ella en vez, pensando que Luciana ya tenía bastante en su mente y no quería ser una molestia.