Un día después, Fu Meixu se entera del viaje de Fu Hua y viene a visitar.
Jia Li estaba contenta de tenerla ya que necesitaba algo de compañía aparte de la que obtenía de sus mascotas.
Como Fu Meixu tenía especialmente miedo de Océano, Jia Li le pidió a Océano que se sentara un poco lejos de ella y le recordó que fuera obediente y que no asustara a su invitada.
Océano lamió su lengua y se alejó caminando hacia el lugar que Jia Li había señalado. Se tumbó allí y fijó su mirada en los cachorros que Jia Li tenía en sus manos.
Fu Meixu pudo respirar aliviada ahora que Océano estaba lejos de ella. Sonrió y colocó los adorables cachorros en sus brazos.
—Son tan lindos, ¿cómo se llaman? —preguntó Fu Meixu mientras acariciaba a uno de ellos.
Jia Li estaba más que feliz de presentarle los cachorros a Meixu. Los trataba como a sus bebés y no los soltaría si no le recordaran que debía hacerlo.