—Creo que es más que especial, es una señal de que posees habilidades superiores en comparación con otros hombres lobo —dijo ella, lo que lo hizo soltar una carcajada de diversión. No podía creer que ella estuviera diciendo esas palabras, nunca en un millón de años lo esperaría de ella.
—Acepto tus elogios, mi Reina —la bromeó, soltando una risa que la hizo sonrojarse de vergüenza. No había tenido la intención de halagarlo, simplemente salió de su diversión.
—Hagamos ese contrato —cuando las cosas se pusieron incómodas, Damien bajó su vestido y la levantó, volviendo al escritorio.
La hizo sentar en su regazo y esta vez, ella expresó una protesta —Me siento incómoda en esta posición, permíteme sentarme —su voz era suave y tranquila, una señal de que mirarlo fijamente o gritarle no le conseguiría lo que quería, sino que solo empeoraría las cosas.
—Está bien —para su sorpresa, él accedió y la dejó caer en la silla junto a él.