—¿Quién ha hablado de ti diciendo algo? Haciéndote tu propio hueco y sentándote en él después. Qué tierno —Damien la molestaba bromeando. Inclinándose hacia adelante, besó su cuello desnudo al cual tenía pleno acceso gracias a su pelo recogido por completo—. Con una palabra y puedo decir que te has puesto enferma.
—¿Por qué debería ponerme enferma por eso? —se giró justo a tiempo para que sus labios encontrarán los de ella y se movieran contra sus suaves labios. Damien sonrió en el beso. Retirándose dijo:
— Así que admites que has estado observándome, Ratón —mordió su oreja y ella chilló en el dolor placentero—. ¿Nos estamos haciendo los difíciles, eh? —le preguntó. Viendo que Penny no respondía mientras solo lo miraba fijamente, él dijo:
— ¿Probamos tu paciencia hoy? —le preguntó.
La expresión de ella y sus ojos verdes, que tenían la lujuria y la necesidad por él, de repente se tornaron ansiosos.
Aclarando su garganta, ella preguntó:
—¿Paciencia?