El Señor Alexander echó un vistazo a Penny y luego a la nueva cadena que ella llevaba alrededor del cuello. Él dijo algo en voz baja que le dificultaba escuchar algo. No era que quisiera escuchar lo que estaban hablando, pero con el Señor que la miraba para solo bajar el volumen, no pudo evitar querer alimentar su curiosidad sabiendo de qué hablaban sobre ella.
—Le diste la reliquia familiar. ¿Ya estás haciendo tus movimientos? —Damien sonrió ante las palabras de Alexander.
—Hace mucho tiempo que lo hago —respondió Damien, formando una sonrisa torcida en sus labios cuando Alexander alzó las cejas.
—Pensé que seguro la estarías en-collarando. Especialmente con la manera en que la arrastraste fuera de la habitación.
—¿Lo notaste? —Damien inclinó la cabeza.