—¿Dante... ha pedido mi mano? —preguntó Estelle lentamente, las palabras la impactaron y también le resultaron difíciles de entender.
Resultaba extremadamente raro encontrar a un Lord dragón buscando casarse con alguien que no era su compañero predestinado, así era cuanto honraban los dragones a sus vinculados.
Estaban dispuestos a esperar siglos y siglos hasta encontrar esa pieza que faltaba en su alma, nunca se conformarían con menos.
Sin embargo, todavía había excepciones, como en este caso donde ya era una certeza que Dante ya no necesitaría esperar para encontrar a su compañero predestinado.
Cuando un dragón perdía a un jinete, podía elegir formar un lazo con un nuevo jinete o quedarse sin jinete.
Un lazo formado con un nuevo jinete aliviaría el dolor de la separación y reemplazaría el lazo que había sido interrumpido, para los dragones que habían sufrido una interrupción, esto era considerado la elección correcta.