—Ni podemos avanzar ni retroceder. Entonces, ¿no tenemos elección? —preguntó el lobo de Neveah y Neveah suspiró mientras entraba en el bosque.
En ese momento, la única opción viable era elegir la muerte antes que ser traicionada por su padre, pero Neveah ya había probado la muerte antes y, aún ahora, todavía dejaba un residuo amargo en su lengua.
Neveah acababa de cumplir dieciocho años, no temía a la muerte pero si tenía que morir, moriría por una buena causa... nunca sería forzada a la muerte por su padre ni moriría a manos de su hermano.
Ya era suficiente con una vida de debilidades y fracasos, enfrentar el mismo destino una segunda vez era inexcusable.
—Nuestra vida nunca ha sido fácil, ¿qué hay de nuevo? —preguntó Neveah, no había esperado que llegara a esto pero aun así no se desesperaría.
—En efecto —respondió su lobo y Neveah sacudió ligeramente la cabeza, alejando los oscuros pensamientos de su mente.