Anna escuchó sus razonamientos.
Sintió que eran muy razonables porque estaban preocupados por la salud del Viejo Maestro Daniels. Pero al mismo tiempo, sentía que algo estaba mal.
Simplemente no podía precisar qué era.
—¿Qué te parece, Hermana Anna? ¿Te importa que me quede contigo? —preguntó Dylan, con un tono lastimero.
Al oír su tono, Anna sintió que su corazón temblaba. Miró a Dylan indefensa. —Sabes que siempre eres bienvenido aquí.
—Gracias, Hermana Anna —dijo Dylan sonriendo radiante.
El Viejo Maestro Daniels realmente quería lavarse los ojos en ese momento. Sentía que su nieto realmente había desarrollado un atributo extraño que le dificultaba mirarlo directamente. Pensándolo desde otra perspectiva, al Viejo Maestro Daniels solo le parecía que sus ojos estaban picantes.
Estaba tratando de ayudar a su nieto a construir una mejor relación, pero le dieron semejante espectáculo.
*suspiro*