Fuera del patio.
Más de media docena de guardias de seguridad rodearon a Keira, cerrando el paso paso a paso.
Al ver esto, Jake lo encontró insoportable, así que gritó:
—¡Keira, solo ríndete y abandona a los Horton. No tendrás que sufrir! De lo contrario, esta es mi casa. Estás invadiendo, y si te matamos, ¡no asumiremos ninguna responsabilidad legal!
Isla, sostenida por él, se mordió el labio al escuchar esto, y brilló un destello de crueldad en sus ojos.
Incluso en un momento como este, Jake todavía estaba preocupado por la seguridad de Keira.
¡Esa Keira era simplemente una catástrofe!
No importa qué, hoy tenían que echarla.
Pensando esto, Isla también fingió preocupación:
—Keira, deberías irte. No te preocupes, yo arreglaré un trabajo para tu esposo en la familia Horton. Si de verdad no tienes a dónde ir, también puedes volver a la familia Olsen...
Keira se volvió para mirarla, una sonrisa desdeñosa en sus labios: