—¿En serio no estás enojada? —preguntó Iris.
Negué con la cabeza. —No. Está bien —dije.
—¿Tuviste y Su Majestad una pelea?
—No puede llamarse pelea. No podía estar enojada... —dije. Además, yo sabía qué tipo de persona era. Cuando alguien no se sorprende, es difícil enojarse tanto. —Aunque se merece un regaño.
—¿Su Majestad siempre ha sido así?
—Es un poco dominante. Pero ya sabes, la mayoría del tiempo, me da tanto amor que siento que puedo pasar por alto esas cosas —dije.
—Ya veo... Su Majestad seguramente es el marido más amoroso y leal que he visto. Es realmente romántico, ¿verdad?