—Ella me había estado mirando mientras comía. No era incómodo, pero la forma en que me llamaba lindo era frustrante. ¿Por qué me llamaba lindo? ¿Acaso no era genial? ¿No podría llamarme genial o guapo? Cualquier cosa estaría bien, pero ¿por qué lindo?
—No recordaba haber hecho nada para que me llamara lindo. A decir verdad, lindo y yo éramos dos cosas opuestas. No había manera de que alguien pudiera llamarme lindo. Y estaba seguro de que nadie me llamaría así excepto mi esposa.
—Ella tenía una visión diferente de las cosas. Incluso llamó linda a mi espada. Fue impactante. Incluso era aterrador para un caballero.
—Por culpa de ella, tuve que sentarme en la cama para comer solo para que pudiera observar bien mi cara mientras comía.
—Eres lindo —dijo—. Pero metes bastante comida en tu boca de una vez. ¿Cómo puedes masticar?
—Tomo cantidades normales. Eres tú la que toma demasiado poco —dije .
—Es solo costumbre.
—¿Costumbre?